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24 de jul. 2013

I encara queden dos anys de legislatura!



L’actual legislatura política es fa molt llarga. Els governs han perdut en només dos anys bona part de la legitimitat i representativitat originària. Al País Valencià, el PP, després de 18 anys a la Generalitat, ofereix un balanç decebedor. Fóra bo comptar amb un projecte col·lectiu, mínimament coherent, nou i alternatiu per a superar la crisi i per a cohesionar i modernitzar la societat; però, fins ara, no s’hi veu energia suficient per a fer-lo possible. Mentrestant, les enquestes projecten escenaris polítics diferents (i no necessàriament millors) als actuals i com gran part del malestar i el ressentiment socials estan al marge o en contra de la política institucional.

Augmenta la gent sense partit que els represente al parlament

Tots els darrers estudis d’opinió mostren l’augment de l’abstenció i del vot sense representació política (vot nul, en blanc i a partits irrellevants). En les eleccions valencianes de 2011, l’abstenció fou del 30%, i el vot sense representació (excloent-hi UPyD) sumà el 6% del cens. En total, prop de 1.270.000 persones. Ara, si les enquestes no s’enganyen, l’abstenció decidida sobrepassa el 35% (1.260.000 electors), i el vot sense representació superaria el 7% del cens (250.000). És a dir, el 42% de l’electorat no generaria representació parlamentària i és una opció amb tendència a créixer.
 


21 de nov. 2012

PP y PSOE sobre arenas movedizas



Alberto Fabra (PPcv) i Ximo Puig (PSPV-PSOE)
Hace algunos meses, un antiguo dirigente socialista valenciano, mostraba su estupor por el hecho de que el PSOE baje en las encuestas, a pesar del desastre de los gobiernos del PP en Madrid y Valencia. Lo que se ha evidenciado (con matices, en un caso importantes) en todas las convocatorias electorales desde noviembre de 2012 y repiten las encuestas es que cae el PP y se hunden los socialistas. Pero, ¿por qué? Aventuraremos una hipótesis explicativa de algunas dinámicas, siendo conscientes de que las variables en juego son muchas más y en cuestión de comportamientos electorales son tiempos de volatilidad, especialmente en eso que tradicionalmente se acostumbra a denominar la izquierda y, más aún, en el País Valenciano.

24 d’oct. 2012

Cuatro elecciones y una encuesta


Cuatro elecciones autonómicas desde que hace menos de un año tuvieran lugar las últimas elecciones generales (20 de noviembre de 2011). Una constante se repite: PP y PSOE pierden votos. Más de 1.100.000. En unos casos, de manera sangrante; en otros, de forma más discreta. Pero siempre pierden, especialmente el PP, casi 817.000.

Juego de suma cero

Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy Brey
Cada elección es un mundo. Es un tópico cierto. Jamás son iguales los resultados electorales en un mismo lugar, aunque la diferencia en la votación sea tan sólo de unas horas, las diferencia aumentan cuando el lugar no es el mismo. Eso hace complicado comparar elecciones de carácter distinto y en diversas comunidades políticas, identificar las constantes o elementos que se repiten, aunque no lo parezca, ver si marcan una tendencia y establecer una hipótesis explicativa de lo que ocurre y porqué. 

12 de jul. 2012

Rita no Tira (i altres comentaris)


Dia que passa, dia que la realitat espanyola empitjora. La crisi econòmica, institucional i política avancen en paral·lel. El major atac contra les classes mitjanes i treballadores des de la Dictadura. La major cessió de sobirania democràtica de la història. Els privilegiats reforçats. La dreta espanyola aplaudeix a les Corts Generals les mesures. La patronal demana encara més. La divisió alemanya d’Europa entre països bons (nord) i roïns (sud) ens empobreix sense solucionar els nostres mals endèmics. La incompetència del govern de Rajoy i la falta d’oposició estructurada ens duu a una situació dramàtica. La Comunitat Valenciana, lluny de diferenciar-se d’aquest panorama, l’exaspera.

Rita no tira

Darrerament, la premsa afí al PP ha publicat un seguit d’informacions sobre qui podria substituir Rita Barberá en el futur. El fet és sorprenent. Van haver eleccions fa poc més d’un any i el PP renovà la majoria absoluta. ¿Per què es parla de la substitució de Barberá?¿No havíem quedat que assegurava sempre la victòria del PP a València?

Mariano Rajoy, Rita Barberá i Francisco Camps
La realitat és que el mite d’una Rita Barberá imbatible a les urnes és això: un mite.

6 de juny 2012

Alberto Fabra i l'amenaça asturiana

Instal·lats en un estat d’emergència econòmica permanent, cansats d’una gestió de la crisi injusta que fa que els ciutadans paguem els abusos dels bancs i els rics tinguen cada vegada més beneficis, emporugits per l’evolució de la prima de risc, desconfiats d’un govern espanyol incompetent i una oposició perduda, astorats per la incapacitat d’Europa per a ser Europa, esperant Grècia i enyorant Islàndia. Parlar de la política valenciana i de les expectatives de futur del president Fabra semblen coses poc urgents. Potser. Però per als que vivim ací continuen sent necessàries.

Divendres 18 de maig. Falta poc perquè comence el congrés regional del PPvalencià. Alberto Fabra, després de 10 mesos presidint el partit per decisió de Rajoy, està a punt de ser ratificat en el càrrec pels seus correligionaris. El gruix dels delegats i dirigents es prepara per a viure uns dies amb l’única emoció de la batalla entre Castellano i Rus. Domina l’ambient la còmoda inòpia que genera el control institucional i pressupostari quasi absolut que el PP té a la societat valenciana. La crisi econòmica pareix no afectar-los. L’origen social, els cotxes oficials i els sous generosos aqueten la visió d’una realitat cada vegada més dura.

5 de febr. 2012

Después del PP, más PP (II)

En ocasiones se confunde la existencia de malestar social (y político) o la multiplicación de partidos con representación parlamentaria con la existencia de alternativas políticas solventes al PP. Aún más, se afirma que los resultados de las últimas elecciones autonómicas y generales, el caso Camps, el hundimiento del modelo de desarrollo económico promovido por los populares, los escándalos por corrupción y las dificultades del Consell en su gestión ordinaria son síntomas de que el PP está entrando en una fase de erosión, que irá a más y se hará incontenible más pronto que tarde. Creemos que en está conclusión pesa más deseo que realidad. Las bases de la hegemonía política del PP son muy sólidas,

28 de nov. 2011

Doce claves de los resultados electorales del 20N

Las encuestas y tendencias de fondo anunciaban lo ocurrido. Tras el 20-N, el PP es el partido hegemónico y la oposición está más débil y fragmentada, especialmente en la Comunidad Valenciana.

Hundimiento y mayoría absoluta 
Con los votos del 20-N, el PP habría perdido las elecciones de 2004 y 2008. El mejor resultado del PP en su historia y la mayoría absoluta más contundente no tiene su origen en la mayor capacidad del PP para aumentar sus apoyos sociales. Se debe al hundimiento del PSOE y a la ruptura de la compleja coalición electoral que aglutinó Zapatero. La hegemonía política e ideológica del PP puede ir para largo; pero será por la precaria situación de la izquierda. Algo en lo que la Comunidad Valenciana es pionera. Fuera de esta fotografía, Cataluña, el País Vasco y, en parte, Navarra.

La desafección va por barrios

Aunque el fenómeno es anterior, desde que comenzó la crisis los índices de desafección política se han disparado. Sin embargo, no afecta por igual a los dos bloques electorales básicos. Entre los votantes conservadores predomina el voto de adhesión, con una carga crítica en las urnas escasa y sin apenas consecuencias. Desde 1996, el PP tiene una estabilidad de voto sobre censo electoral envidiable, situada en torno al 29,5% en España y al 38% en la Comunidad Valenciana, con oscilaciones que no superan los dos puntos cuando aumenta o pierde apoyos. Es, en la izquierda, donde la desafección tiene consecuencias electorales, lo que explica que el voto socialista en los momentos depresivos (2000 y 2011) descienda hasta el 20% (19,5%, en 2011) y sobrepase el 30% cuando la movilización es alta (32,2%, en 2008).

Pierde fuerza el bipartidismo
La suma de PP y PSOE desciende. En España, pasa del 84,7% de los votos (323 diputados) al 73,3% (296 diputados). En la Comunidad Valenciana, del 93,3% de los votos y los 33 diputados en 2008, al 80,9% (30 diputados) actual. Ahora bien, la caída del bipartidismo por la debacle socialista, no supone un multipartidismo equilibrado. Hemos pasado del bipartidismo a un sistema de partido hegemónico que concentra todo el poder. Se sale de la sartén para caer en las brasas.

A vueltas con la Ley Electoral
El crecimiento electoral de UPyD y de IU ha sido mayor en votos que en escaños. Los dos partidos han arremetido contra una Ley Electoral que los castiga y que en, su opinión, beneficia a los nacionalismos periféricos. Lo primero es cierto; lo segundo, no. Nuestro sistema electoral, con circunscripciones muy pequeñas, castiga a los pequeños partidos estatales, beneficia a las dos grandes formaciones estatales, especialmente al PP, y genera una representación bastante proporcional de las fuerzas periféricas.

Un ejemplo. Si el pasado 20-N hubiésemos votado en una única circunscripción y sin barreras electorales, como parecen defender estos partidos, el PP hubiera obtenido 156 diputados (30 menos de los conseguidos), el PSOE 101 (9 menos), IU 24 (13 más), UPyD 17 (12 más), CiU hubiera tenido uno menos, Amaiur dos menos, ERC, BNG y Compromís uno más cada uno, el resto igual y en el Congreso habría 9 partidos más, desde Equo hasta el Partido Pirata, pasando por Plataforma por Cataluña.

Exclusión electoral y voto de castigo
Considerando la totalidad de la Comunidad Valenciana, el voto a candidaturas que no han obtenido representación se reduce, con la entrada de EU, UPyD y Compromís, a un escaso 3,1%. Muy pocas personas han votado por opciones políticas que no han conseguido diputados. Sin embargo, analizando aisladamente las provincias de Alicante y Castellón, las cifras de voto sin representación son muy altas: superiores al 17,5%. Si, en vez de votar en cada provincia lo hubiéramos hecho en una única circunscripción autonómica, la exclusión electoral se habría reducido al mínimo, aunque el PP tendría dos diputados menos, el PSOE uno, y EU, UPyD y Compromís habrían conseguido dos diputados respectivamente.

La abstención al Congreso ha aumentado en más de tres puntos, del 21,2% al 24,5% respecto a 2008. Con todo, el fenómeno más destacable se ha dado en la votación al Senado. Aquí la abstención ha sido más alta que en el Congreso, pasando del 21,2% de 2008 al 25,1%, y se ha multiplicado el número de votos nulos (de 0,7% al 3,9%) y en blanco (del 0,8% al 5%). Ha habido un elevado voto de castigo contra la inutilidad actual del Senado y la partitocracia debería darse por aludida.

Madrid y la Comunidad Valenciana, vidas electorales paralelas

El comportamiento de los principales partidos de Madrid y la Comunidad Valenciana presenta notables coincidencias en las últimas décadas. El 20-N también ha sido así. Cinco semejanzas. 1) La abstención y el porcentaje de votantes son similares. 2) El nivel de votos al PP y al PSOE es parejo, aunque ligeramente superior en la Comunidad Valenciana. 3) Son las únicas comunidades en las que UPyD consigue diputados. 4) El grado de retroceso relativo de PP sobre censo electoral (en Madrid del 1,7% y en la Comunidad Valenciana del 1,9%) y del PSOE (en Madrid del 37,6% y en la Comunidad Valenciana del 38,1%) es parecido. 5) Las mayores pérdidas de votos se producen en las ciudades de Madrid y Valencia. Coincidencias que probablemente señalan una alta vinculación del imaginario político valenciano con la dinámica madrileña y estatal.

Más (escaños) con menos (votos)

El PP no ha conseguido los 1.500.000 votos que se tenía como objetivo. Pero, como en las autonómicas, ha obtenido más escaños y ha reforzado su hegemonía política e ideológica aunque, paradójicamente, retrocede electoralmente: 27.000 votos menos. La pérdida de votos se concentra en la provincia de Valencia (27.500 votos menos) y, sobretodo, en la ciudad de Valencia. En Alicante y Castellón las cifras son similares a 2008. El enésimo hundimiento socialista, la ausencia de un discurso político alternativo que compita con el de los populares y la fragmentación de la oposición fortalece la posición dominante del PP.

¿Si estamos en la media no hay que asumir errores?

La pérdida de votantes del PSPV-PSOE es muy grave (38,1% sobre 2008: más de 430.000 votos), pero igual a la producida en el conjunto de España (38,2%) e inferior a la de Cataluña (45,5%), Asturias (43,9%), el País Vasco (41%) y otros lugares. En consecuencia, Alarte, su inocua ejecutiva y las familias que fagocitan el PSPV, con el lermismo como paralizador principal, hablarán de errores genéricos e inconcretos y de que los resultados son similares a los del resto del PSOE. Entenderán que el mal de muchos evita asumir los errores propios. De ese modo, tratarán de mantener la actual estructura del poder interno frente a las amenazas que la cuestionan. No en vano, los aparatos dominantes ya dicen de Romeu que fracasó en Silla, que ha vivido a la sombra de Ciscar y de Blanco y no tiene recorrido propio, y de Mata que es alguien demasiado frívolo e inconsistente para asumir la secretaria general del PSPV.

Crecer, pero menos
EU es la tercera fuerza. Un éxito. Como siempre que el PSPV cae, EU crece; sólo que, en esta ocasión, poco. Apenas si consigue uno de cada cinco votos que los socialistas pierden. Su espacio político sigue siendo subsidiario y subordinado al de los socialistas. Y ni su estructura organizativa, ni su presencia social y territorial, ni sus líderes, discurso y proyecto político parecen tener capacidad, por el momento, para condicionar e influir en la acción política de los gobiernos o capitalizar a la izquierda desencantada con el PSOE.

Multiplicando votos

 
UPyD ha sido el partido que mejor comportamiento electoral relativo ha tenido. Multiplica por 2,4 sus resultados en las pasadas autonómicas, por más de 4 los de las locales y por 7,5 los de las generales de 2008. Ha conseguido un escaño, el único de este partido españolista fuera de Madrid, y la Comunidad Valenciana es, con diferencia, el espacio donde UPyD tiene un aumento más espectacular de votos. Si estos resultados se hubieran dado en las autonómicas, tendrían grupo propio en las Corts Valencianes.

Dentro y fuera
 
También Compromís ha conseguido un éxito indudable. Por vez primera el nacionalismo progresista consigue un escaño en el Congreso. Un hecho histórico. Dos observaciones. Primera, respecto a las elecciones autonómicas pierde 51.000 votos y sobre las locales, 73.000. Segunda, con estos resultados no entraría en las Corts Valencianas, pues sólo ha obtenido el 4,8%. A pesar de sus avances en 2011, Compromís tiene por delante mucho trabajo si se quiere consolidar como fuerza política estable con representación parlamentaria y vocación de alternativa política.

¿Cuándo gobernará el Consell a pleno rendimiento?
Pasado el 20-N, sin oposición y con Alberto Fabra reforzado en su condición de president de la Generalitat, el Consell debería activar todos sus recursos para establecer una estrategia frente a la crisis. Sin embargo, seguiremos esperando. Ahora al gobierno de Rajoy que quizás se lleve a uno los mejores activos, el conseller Verdeguer. Y, después, al congreso del PP valenciano y la posterior remodelación del Consell. Mientras tanto, el Centro de Investigación Príncipe Felipe pierde más de 100 investigadores y 14 líneas de investigación por la reducción de la financiación del Gobierno Valenciano en casi 5 millones y la Generalitat asume la deuda generada por los organizadores de la Fórmula 1, cerca de 30 millones. Cuestión de prioridades. 

article publicat a VALENCIA PLAZA el 28 de novembre de 2011 http://www.valenciaplaza.com/ver/43469/doce-claves-para-entender-los-resultados-electorales.html
 

25 de maig 2011

Diez impresiones después de la batalla

A falta de un análisis tranquilo de lo ocurrido, los resultados de las elecciones del pasado 22 de mayo generan más interrogantes que respuestas claras. Por eso, este artículo es esencialmente una serie de notas sueltas y urgentes sobre algunas cuestiones que me parecen relevantes, al menos desde la Comunidad Valenciana, y sobre las que habrá que volver en el futuro.

1. Menos bipartidismo. En los últimos 25 años, el espacio político valenciano se ha caracterizado por la creciente concentración de los votos y la representación institucional en los dos principales partidos (PP y PSOE). En estas elecciones, se rompe esa tendencia y el voto autonómico a los dos principales partidos pasa del 88,3% al 79,4% y el local se reduce también en 6 puntos. Paradójicamente, el PP ha incrementado, aún más, su poder institucional.

2. Retrocedemos victoriosamente. Los resultados autonómicos del Partido Popular en la Comunidad Valenciana recuerdan a las consignas del ejército alemán en la II Guerra Mundial cuando empezaron a sufrir bajas significativa, a tener problemas para ocupar el territorio conquistado y a retroceder tácticamente: nuestras fuerzas retroceden victoriosamente, decía la propaganda alemana, y algo de eso pasa con el PP valenciano. Camps ha incrementado en un diputado su mayoría, pero ha perdido 70.000 votos y, en el ámbito local, aunque conquista bastiones importantes como Elx, Gandia, Onda o Benicàssim, se estanca en número de votos (en un momento en el que el PP crece en toda España), sólo aumenta donde gobernaba el PSOE y en Alicante, y da algunos síntomas de desgaste en sus dos primeras joyas de la Corona: Valencia y Castellón. El hundimiento socialista explica su mayor poder institucional, no sus propios méritos, salvo casos contados. Los errores en la gestión, el ruido judicial y la sombra de la corrupción han lastrado a un PP valenciano que gana con mucha claridad, pero retrocede o se estanca electoralmente.

3. Espacio local, mapa murciano. A la espera de la constitución de los nuevos ayuntamientos, el panorama local valenciano se parece cada vez más al murciano en lo que se refiere a la concentración del poder municipal en un único partido (PP) hasta niveles prácticamente absolutos en lo que se refiere al número de personas gobernadas. Todas las ciudades de más de 50.000 habitantes están gobernadas por el PP, por primera vez en la historia, como lo están también la inmensa mayoría de las localidades pequeñas y medianas. La población gobernada por alcaldes del PP sobrepasará, seguramente, el 90% del censo electoral. Algo similar a lo que ocurre en Murcia, como ya señalamos que podía pasar hace unos meses.

4. En España, marea azul. El PP crece ligeramente, el PSOE es abandonado por los votantes; resultado: en España tiene lugar una marea azul. Nada que objetar a una victoria que tiene toda la legitimidad democrática. Sin embargo, a las personas con principios liberales (abstenerse neoliberales) debería preocuparnos que un único partido gobierne en todas las esferas políticas sin ningún tipo de contrapeso. Nunca es buena tanta concentración de poder y menos en un país, como el nuestro, de frágil cultura democrática, con gobiernos poco transparentes, con un poder judicial interferido por los partidos dominantes y unas fuertes lógicas conservadoras y corporativas en su seno, y con elites económicas, sociales y mediáticas vinculadas igualmente a los grupos políticos. El poder acumulado en el tiempo y el espacio por un grupo o por una persona envenena siempre, pero el poder total y en todas las instituciones envenena absolutamente, y genera prepotencia, arrogancia y corrupción.

5. La marca salva los muebles. Como suele ocurrir cuando al PSOE le va mal, la marca de EU y su retórica de la auténtica izquierda mejora resultados. Ha vuelto a ocurrir. Pero poco. En el conjunto de España, sólo consigue 200.000 votos más en las elecciones locales, apenas un 15% de lo perdido por los socialistas, y en las elecciones autonómicas y locales valencianas se sitúa como la cuarta fuerza, retrocede en número de votos respecto a 2003 (15.000, a pesar del malestar social y de sus cantos al heterogéneo movimiento M-15) y ha conseguido únicamente algo menos del 3% del total de concejales. Si en un contexto favorable para sus intereses, como el actual, los resultados en la Comunidad Valenciana son tan discretos y con una presencia territorial tan escasa, su futuro se presenta incierto.

6. Ante un reto difícil. El éxito relativo de Compromís ha sido rotundo. Se han convertido en la tercera fuerza política y ha asentado su presencia municipal. La cuestión ahora es si esta formación puede consolidarse y hacerse fuerte. A favor: parece haber recogido buena parte del voto joven progresista y haber incorporado electorado anteriormente socialista; mientras, el socio principal de Compromís, el BNV, es la única fuerza política que ha incrementado el apoyo electoral en todas y cada una de las convocatorias de elecciones municipales desde 1991, y, por vez primera, ha entrado con fuerza en la ciudad de Valencia y en municipios del área metropolitana. En contra: la escasa y sesgada militancia y la enorme volatilidad tradicional de su voto: mayor en las elecciones locales, algo inferior en las autonómicas e irrelevante en las generales o europeas.

7. Demasiado malo para ser cierto, pero lo es. Los resultados electorales del PSPV-PSOE son los peores de su historia desde 1978. Pierden 145.000 votos en las autonómicas (casi el 20% de su electorado anterior), han conseguido resultados humillantes en las tres capitales de provincia, especialmente en Valencia, sólo van a poder gobernar en el ámbito municipal a muy poca población ya que su poder municipal se limitará a una minoría de pequeños y medianos ayuntamientos asediados por el poder omnipresente e inclemente del PP. No vale echar la culpa a la crisis, a Zapatero o a Canal 9. No bastan primarias o congresos extraordinarios. El socialismo valenciano debería refundarse de alguna manera, pero probablemente no sabrá evitar el riesgo de caer en el encastillamiento, de abrir una nueva serie de enfrentamientos entre familias, alimentar el clientelismo interno, el cortoplacismo, el adanismo, exaltar supuestos salvadores, afianzar a vividores de la política e impulsar estrategias voluntaristas o quejas al comportamiento del electorado. Si no reacciona, o si lo hace mal, puede pasar del abismo en el que se encuentra a una catástrofe sin paliativos; eso sí, viendo como avanzan discursos y partidos que competirán seriamente por su electorado desde la izquierda, pero también desde la derecha y la extrema derecha.

8. Valencia, ¿recuerdos del futuro? El comportamiento electoral urbano, y especialmente el de las capitales, suele anunciar el que se producirá en el futuro en todo el territorio. El PP ha ganado con claridad en la ciudad de Valencia. Lo ha hecho en todos los distritos. Pero pierde 26.000 votos en las municipales (más de un 10% de su voto en 2007) y 35.000 en las autonómicas. La posición del PP es cómoda y tranquila, pero su apoyo electoral ha descendido por debajo del 50% en siete de los 19 distritos y la suma de los votos de la izquierda se acerca discretamente a los del PP en nueve distritos. Con todo, el bloque de la izquierda en Valencia también ha perdido 10.000 votos respecto a 2007 y el PSOE obtiene unos resultados desastrosos (21,8% y la pérdida de casi el 30% del propio electorado), mientra que la suma de los otros dos grupos de izquierdas pasa del 4,7% de 2007 al 16,2%. Igualmente cabe destacar el aumento del voto nulo hasta el 1,3% (5.144 votos) y el del voto en blanco y a pequeñas formaciones que pasa del 4,8% al 9,5%. Síntomas de la dispersión de voto y de un malestar social y político que puede socavar, de mantenerse, la fuerza de los principales partidos.

9. El malestar va a las urnas. La participación ha sido mayor, pero no el voto el voto a los dos principales partidos. Se dice que el movimiento del M-15 ha podido influir en este comportamiento electoral, personalmente lo dudo: el malestar contra los principales partidos y la partitocracia es más profunda. El hundimiento del PSOE, el escaso crecimiento en el ámbito español del voto al PP, el estancamiento del voto local al PP valenciano o la pérdida de votantes a Camps, el incremento del voto a los pequeños partidos, la dispersión de votantes entre formaciones minúsculas, así como el aumento de los votos en blanco y de los votos nulos son síntomas de malestar. El PSOE baja hoy por sus errores al frente del Gobierno de España y también por sus limitaciones y errores políticos en la Comunidad Valenciana. El PP aumenta su poder, pero no el apoyo que recibe. La desconfianza en los políticos y en los grandes partidos de la partitocracia española (PSOE y PP) no ha dejado de aumentar en los últimos años. Hoy el PSOE ha sufrido un batacazo; mañana, cuando empiece a gobernar y a tomar medidas impopulares, le puede ocurrir lo mismo al PP. El futuro no está escrito y las tendencias de fondo muestran un disgusto creciente con el rendimiento de la política. El aumento de la participación, la dispersión del voto o el ejercicio del derecho a voto como castigo son terreno abonado para el populismo. Por cierto, el PP jugaría con fuego si lo de Badalona, en Cataluña, ha sido un ensayo en la construcción de un relato político duro y xenófobo a poner en marcha en un futuro próximo en toda España.
10. ¿Más ni-nis en la política? Ahora que las movilizaciones del M-15 y los informes europeos nos han recordado que la generación ni-ni es un mito mediático sin mayor fundamento, se puede comprobar, mirando los currículums personales (siempre hinchados) de los diputados elegidos a las Cortes Valencianas o los de los concejales de las cuatro principales ciudades valencianas que, en todos los partidos, se da una más que notable presencia de personas que no han tenido otra ocupación que la política y cuya formación académica o profesional es bastante limitada. Sin duda, en ocasiones, se tratará de personas con mérito y capacidad; pero, en general, el proceso de elección de las elites de nuestra particular partitocracia no parece el mejor para prestigiar la democracia y evitar el malestar contra los políticos y la política. 
Article publicat a Valencia Plaza el 25 de maig de 2011 http://www.valenciaplaza.com/ver/26597/Diez-impactos-despu%C3%A9s-de-la-batalla-.html

19 de maig 2011

¿Por qué unos partidos ganan y otros pierden?

La depauperada concepción de la política como mera lucha por el poder oculta que los partidos son, en contra de lo que desearía una parte de las elites políticas, organizaciones para la acción, la participación y la representación colectiva.

Una fuerza política difícilmente conseguirá sus objetivos si no cuenta con recursos humanos, intelectuales y económicos. La marca es importante, los líderes, los programas y los valores asociados a una organización también; pero sin recursos no van a ninguna parte.

Centrémonos en las personas. Los afiliados son, cuando actúan cohesionadamente, un verdadero intelectual colectivo y un instrumento básico para recoger pulsiones ciudadanas y mostrar públicamente la fuerza y características de una organización. Un partido sin afiliados es una cáscara vacía. Los militantes son defensores imprescindibles de las iniciativas partidistas, y el primer termómetro de su presencia social y de su capacidad representativa y electoral: a mayor militancia, más posibilidades de ganar unas elecciones, aunque a veces la ecuación no se cumpla.

Aclarar, antes de seguir adelante, que tener más afiliados no da una legitimidad democrática más elevada a los partidos, ni presupone que hagan las mejores políticas públicas para la ciudadanía: mayor militancia significa únicamente tener más posibilidades de conseguir el dominio y la hegemonía políticas en una sociedad.

En la Comunidad Valenciana, si es cierto lo publicado, el PP tiene unos 130.000 activos, el PSPV-PSOE en torno a 20.000, EU alrededor de 3.500 y Compromís (sumados BNV, IPV y Verds) una cantidad similar a la de EU. La desproporción en el número de afiliados es evidente y eso tiene que ver con el esfuerzo electoral y las posibilidades para conseguir una victoria electoral. En las elecciones autonómicas de 2007, el PP consiguió 1.277.458 votos, el PSPV-PSOE 838.987 y EU+Compromís 195.116.

Con la militancia actual, si se quieren repetir los resultados de hace cuatro años, cada afiliado del PP debe convencer a unos 10 votantes, los de Compromís y EU a 28, y los del PSPV-PSOE a 42. Pero, si el objetivo es superar en un voto los resultados del PP en 2007, el esfuerzo electoral de los socialistas deberá ser de 64 votos por cada militante: un trabajo enorme; y el de EU o Compromís, por separado, de 365 votos por cada afiliado: una fantasía imposible. Y todo ello, sin considerar la hegemonía ideológica, los recursos económicos y el poder institucional que acumula el PP. ¿Por qué ocurre esto?

Compromís
Empecemos por Compromís. El BNV tradicionalmente ha criticado, con razón, la desproporcionada y poco democrática barrera del 5% para acceder a las Corts Valencianes. Es un obstáculo evidente, que desde siempre ha dificultado su acceso al parlamento; pero también ha sido una excusa para no analizar qué fallaba en el trabajo y el relato político del nacionalismo valenciano: es más fácil echar la culpa a la nefasta barrera electoral que a las propias limitaciones. 

Sorprende (o debería hacerlo) que la única fuerza que se dice nacional y restringe su actuación política a la Comunidad Valenciana haya tardado 32 años de elecciones municipales en poder presentar en 2011 candidaturas en algo más del 50% de los municipios, siendo la vez que más candidaturas ha presentado. Sorprende que sea un partido sin discurso ni presencia relevante en las comarcas castellanohablantes, que casi sea marginal en las ciudades más pobladas (Alacant, Elx y València), y que cuente con una implantación muy desigual en el resto de comarcas.

Sorprende que tenga los mayores índices de volatilidad electoral y que no haya sabido aprovechar mínimamente las dificultades de socialistas y comunistas de las últimas dos décadas, a diferencia del BNG gallego. Y sorprende que tenga una militancia global que, a duras penas, alcanza los 3.000 afiliados, muchos de ellos de características socioprofesionales similares, con una capacidad de actuar en la sociedad civil demasiado limitada a los temas identitarios (lengua y cultura) y a algunas asociaciones muy concretas (sindicatos nacionalistas, mundo de la enseñanza y la administración pública, sectores culturales minoritarios, algunos pequeños empresarios y poco más). Así es difícil ser una fuerza política importante y superar con comodidad el listón electoral del 5%.

Esquerra Unida
Lo mismo ocurre con EU. Su marca es más potente que la de BNV (o Compromís), su afiliación, es superior en algunos centenares de personas; pero su fuerza institucional, social y territorial es insignificante: muy inferior a la del BNV. Salvo la militancia en sectores de CCOO y en asociaciones minoritarias, su presencia en la sociedad civil es subsidiaria, y su capacidad para presentar listas municipales muy inferior a la del BNV, y a menudo con personas que ni viven ni actúan políticamente en las localidades donde inscriben la lista.

La marca tiene un cierto prestigio para una parte minoritaria de la sociedad de tradición comunista, sindicalista y para una cierta izquierda bienpensante y acomodada. Gracias a eso, puede afrontar en solitario las elecciones autonómicas y confía en superar la barrera del 5% e, incluso, cree que podrá atraer votantes socialistas descontentos. Sin embargo, su presencia social y su trabajo político es más limitado que el del BNV y, de ese modo, sus grandes objetivos (romper el denostado bipartidismo y condicionar las políticas gubernamentales), es tarea que roza lo imposible.

En el fondo, el discurso del nacionalismo del BNV, del ecosocialismo de IPV y Verds, y del comunismo de EU adolece de una cierta falta de sentido de la responsabilidad cuando culpan a la barrera electoral o al bipartidismo de su irrelevancia política. Con tan escasa militancia, tan limitada presencia territorial y asociativa, y con una actividad política voluntarista, pero exigua y diletante, difícilmente podrán conseguir lo que persiguen. Las barreras electorales o el bipartidismo no son maldiciones divinas: cuando existe una realidad social suficientemente fuerte, se superan. Sus limitaciones políticas, seguramente, tienen más que ver con un análisis demasiado ideológico de la sociedad valenciana, y, sobre todo, con sus divisiones internas, la falta de horas de trabajo político productivo, la ausencia de relatos estructurados a partir de la realidad, y la pobre, en ocasiones, voluntad de acercamiento y diálogo con todos los sectores sociales para transcender el pequeño y endogámico mundo en el que viven desde hace décadas.

PSPV-PSOE
El PSPV-PSOE, por el contrario, es la principal formación de la izquierda valenciana, entre 1977 y 1993 fue la fuerza más votada, gobernó la práctica totalidad de los ayuntamientos en los años ochenta del siglo pasado y fue el partido de la Generalitat en las tres primeras legislaturas autonómicas. Todavía hoy gobierna para el 25% de los valencianos en el ámbito municipal. Es y será, mientras que no se modifique el actual sistema de partidos, la única fuerza que puede llegar a ser alternativa al PP.

Sin embargo, para intentarlo solo cuenta con unos 20.000 afiliados, que deben hacer un esfuerzo electoral seis veces mayor que los del partido de la derecha. La militancia está presente en todo el territorio y tiene más presencia social (sobre todo donde gobierna) que Compormís o EU. Pero, a pesar de ello, es una militancia desigualmente distribuida en la geografía, con grandes problemas para estructurarse en las grandes ciudades y en los lugares donde no gobierna, bastante fragmentada internamente, con poca capacidad para sumar esfuerzos y hacer equipos grandes y duraderos en el tiempo, empobrecida política, social e intelectualmente en las últimas décadas, sin mucha capacidad autocrítica, con escasa presencia en la sociedad civil (excepto algunos sindicatos y asociaciones, y lugares donde gobierna), sin centros de pensamiento propios y fuertes lógicas clientelares internas en la ocupación de los cargos institucionales y de la organización.

Los socialistas tienen que renovar profundamente su cultura política, aprender a sumar internamente, dejar de situarse a la defensiva y de vivir en la desconfianza, asumir el debate abierto y dialogar con mucha gente sin prepotencias y sin renunciar a ningún espacio ni sector social; deben competir por la hegemonía política e ideológica en todas partes, pensar y entender la sociedad valenciana actual (sociológicamente muy diferente a la de los años ochenta del siglo pasado), promocionar a personas competentes y multiplicar ampliamente el numero de afiliados si quieren aumentar las posibilidades de gobernar la Generalitat.

Son la fuerza que tiene la responsabilidad de construir una alternativa a un modelo de gobierno del PP en la Comunidad Valenciana que, a pesar de la propaganda oficial, hace aguas; pero acumulan limitaciones propias y errores que han hecho posible que desde 1995 no hayan sido percibidos por la mayoría de la sociedad como la alternativa necesaria. Sin duda, tienen razón cuando critican muchos de los excesos y corruptelas del PP, pero se equivocan si piensan que el PP gana únicamente gracias al abuso de poder.

Partido Popular
Finalmente, el PP. Es el gran partido hegemónico. Gobierna la Generalitat, las tres diputaciones, los ayuntamientos de las capitales de provincia y a más del 70% de la población en los municipios. Tiene una presencia capilar en la sociedad, una penetración en el tejido asociativo enorme, practica un clientelismo social muy efectivo, mantiene una agresiva tensión discursiva que le permite combatir diariamente por controlar el espacio público, cuenta con un relato grandilocuente, falsario, simple y eficaz de lo valenciano, ha conquistado la hegemonía ideológica, y gestiona más recursos económicos, mediáticos e institucionales que el resto de partidos. Su maquinaria política está bien engrasada y ha sabido contar con personas preparadas o con habilidad y ambición para penetrar en el territorio y en la sociedad civil.

Con todo, debe hacer frente a problemas derivados en parte de su idiosincrasia y en parte de su éxito: las tensiones entre las diferentes derechas que conviven en su seno, el creciente número de arribistas en sus filas, los casos de corrupción y de abuso de las instituciones derivados de la acumulación de poder, las dificultades para regenerar a unos líderes muy debilitados y una imagen que ha quedado muy maltrecha por el caso Gürtel y las mentiras de sus dirigentes, la cultura autoritaria en la gestión de algunas instituciones, los casos prepotencia, de negación de la pluralidad de la sociedad valenciana y la creencia de que lo que ellos piensan o proponen es lo único posible y lo que debe aceptar, sin más, la totalidad de los valencianos.

Del mismo modo, el PP valenciano tendrá que hacer frente, más pronto que tarde, a la crisis económica y a las consecuencias del fracaso del modelo socioeconómico neoliberal y desarrollista que ha impulsado. Desde 2004, echar la culpa de todo a Zapatero les ha funcionado, han abusado de la critica a ZP hasta el delirio; pero lo cierto, es que la Comunidad Valenciana, pierde posiciones en términos relativos en España y en Europa, el número de empresas industriales no deja de retroceder entre nosotros, el paro es mayor que en España, la economía sumergida tiene más peso, en nuestro mercado de trabajo perdemos gente preparada y aumentan los poco cualificados, hemos perdido las principales entidades financieras valencianas, los indicadores de nuestro Estado del Bienestar (Sanidad, Educación, Dependencia) nos sitúan a la cola de España y nuestros niveles de transparencia o de gestión plural de los medios de comunicación públicos son ínfimos.

Y eso, esencialmente, es responsabilidad del Gobierno Valenciano. El PP cree que una macrovictoria electoral le exculpa de los errores cometidos; pero, en democracia, las urnas sólo legitiman a las mayorías para gobernar, y, eso sólo comporta, que los vencedores forman gobiernos que deben tener sentido de la responsabilidad, transparencia y respeto a las minorías. Las falacias y el abuso del poder nunca son exculpados por las urnas.

Nota final
Se puede tener la impresión de que, a veces, los partidos valencianos parecen afectados por el síndrome Mourinho y, cuando analizan las cosas, claman, como el histriónico y manipulador entrenador portugués, su particular ¿por qué nos pasa lo que nos pasa? y casi siempre se niegan a discutir la realidad, a analizar las propias limitaciones, a reconocer los méritos del adversario y prefieren buscar la explicación de sus problemas en supuestas conspiraciones externas, en la descalificación o el insulto al rival, huyendo del debate abierto o, lo que es peor, echando la culpa a los ciudadanos. Quizás, por eso y porque somos un país de tradición católica, ante las adversidades, también en política, recurrimos demasiado a menudo a la voluntarista idea de que la fe mueve montañas y esperamos que el tiempo, nuestros buenos deseos, la suerte o un milagro sean suficientes para conseguir el éxito en nuestros propósitos. Seguramente, mejor nos iría si asumiéramos la idea de la autoexigencia, del esfuerzo, del si tu te ayudas, Dios te ayuda de la cultura protestante, porque el conocimiento y el trabajo en equipo, continuado y eficaz mueven más montañas que el voluntarismo. 

Article publicat a Valencia Plaza el 19 de maig de 2011

23 de febr. 2011

¿Camino Murcia?

Murcia es, con diferencia, la comunidad autónoma donde el PP obtiene unos resultados electorales más espectaculares y donde este partido ha asentado la hegemonía social y política más sólida de toda España. Los datos son indiscutibles: en las últimas elecciones autonómicas de 2007 sumó el 59% de los votos y en las generales de 2008 consiguió el récord de 61,7%. Entre tanto, el PSOE apenas si llega al 33% e Izquierda Unida se mueve entre la irrelevancia y el extraparlamentarismo (solo tiene un diputado en el parlamento regional). El PP asienta su hegemonía política en el gobierno de 30 de los 45 ayuntamientos murcianos, por 13 del PSOE y dos pertenecientes a agrupaciones de electores. Esta realidad es suficientemente contundente, pero lo es aún más si tenemos en cuenta que en los municipios con alcalde del PP se concentra el 86% del censo electoral y en los del PSOE tan sólo un 12%. Para colmo, las previsiones electorales señalan que el PP podría aumentar, aún más, su poder municipal.

¿Por qué hablar de Murcia cuando el objeto de este artículo es la Comunidad Valenciana? ¿Acaso son iguales Murcia y la Comunidad Valenciana en su comportamiento electoral? Vaya por delante, que no lo son, pero se parecen. Es más, si las encuestas preelectorales publicadas en los últimos meses tienen algo de fiable, se pueden parecer mucho más tras el próximo 22 de mayo. ¿Pero realmente, en términos electorales (dejemos a un lado las cuestiones económicas e identitarias), vamos los valencianos camino de ser como los murcianos? En mi opinión y a riesgo de equivocarme, sí. Y eso que el caso Gürtel ha semiparalizado a la Generalitat y al PP valenciano, y ha impedido hasta el momento (finales de febrero) la ratificación de Camps por Rajoy: lo que ha supuesto también que la maquinaria electoral del Partido Popular esté funcionando a medio gas cuando faltan 10 semanas para las elecciones de mayo.

El PP es el partido dominante en la Comunidad Valenciana. Gobierna cómodamente tanto la Generalitat como las diputaciones provinciales. En las últimas elecciones autonómicas, obtuvo lo que es su mejor resultado hasta el momento (53,3% de los votos); pero, a diferencia de Murcia, la distancia con la suma de la izquierda valenciana (PSOE y Compromís) fue de 10 puntos y lo mismo ocurrió en las generales de 2008, en las que el PSOE concentró el voto de la izquierda y se quedó 11 puntos por debajo del PP. Esta distancia electoral, aun siendo grande, hace pensar que los socialistas son una fuerza competitiva y con posibilidades electorales razonables de aspirar a ganar la Generalitat Valenciana en un plazo de tiempo relativamente corto, después de 16 años de gobierno del PP. Todo esto es algo bien conocido. 
Sin embargo, no se presta tanta atención al hecho de que en torno a 320 de los 542 municipios valencianos tienen alcalde popular, frente a los poco más de 170 ayuntamientos gobernados por el Partido Socialista, la veintena de Compromís o los 5 de EU. Es en este poder institucional (casi el 60% de todas las alcaldías), donde el PP asienta su dominio político en la Comunidad Valenciana.

Además, debemos tener en cuenta que la fortaleza municipal del PP no se mide únicamente en el plano institucional por el número de ayuntamientos que gobierna. Contar con los tres ayuntamientos de las capitales de provincia constituye también un elemento simbólico y un altavoz político indiscutible para los populares. Pero lo esencial es que el Partido Popular gobierna en el espacio municipal para más del 70 por ciento de los ciudadanos valencianos, mientras que los socialistas sólo lo hacen para el 25% del censo electoral, Compromís a un escaso 2% y EU para un irrelevante 0,3%. Asimismo, y salvo contadas excepciones, el PP gobierna en los grandes y medianos municipios urbanos, y el resto de fuerzas queda relegado a los municipios con menos población y menor capacidad de iniciativa política y social.

¿Por qué son relevantes estas cifras? En primer lugar, porque ayudan a explicar porqué el PP, desde su poder local, alimenta capilarmente a una amplia red de asociaciones con las que unas veces tiene complicidades ideológicas, otras intereses comunes, otras ausencia de divergencias significativas y, demasiado a menudo, un vínculo clientelar. Sobre esta capacidad de relacionar a la sociedad civil subvencionada con el poder local y autonómico del PP se asienta buena parte del dominio electoral de los conservadores valencianos. Pero, en segundo lugar, cuando el principal partido de la oposición (¡de Compromís y EU, ni hablamos!) sólo gobierna en el ámbito local para uno de cada cuatro valencianos significa que, más allá de lo que digan los resultados de las últimas elecciones generales, en estos momentos, es una fuerza política escasamente competitiva para ganar la Generalitat a causa de su limitada presencia municipal.

Porque los hechos son tozudos e históricamente insisten en que, en la Comunidad Valenciana, un partido sólo tiene posibilidades de conseguir la Presidencia de la Generalitat cuando en el ámbito local gobierna, al menos, una tercera parte de la población y/o tiene expectativas razonables de llegar a hacerlo, como mínimo, para un 45% de los valencianos y en algunas de las capitales de provincia. Y esa no es la situación actual ni apuntan en esa dirección las expectativas electorales inmediatas.

De estar en lo cierto las encuestas y muchos de los análisis de situación política local que se han ido publicando en los últimos meses, PSOE, Compromís y EU retrocederían tanto en el espacio autonómico como en el ámbito local y, salvo casos muy puntuales, ninguna de estas fuerzas parece en condiciones de ganar un sólo ayuntamiento al PP y, lo que es peor para ellas, en conjunto se apunta que podrían perder hasta 70 alcaldías que engrosarían el poder municipal popular. Si eso fuera así, el PP llegaría a gobernar en los ayuntamientos valencianos a más del 80% de la población. Una situación muy similar a la de Murcia.


Se dirá, con razón, que las encuestas y los análisis a menudo son interesados o simplemente falsos, y que, incluso cuando están bien hechos, se equivocan. Sin duda, puede que así sea y que la magnitud de la nueva marea azul sobre los ayuntamientos valencianos no sea tan intensa como se anuncia; pero, aún siendo menor de lo que esas previsiones pronostican, sería nociva para las debilitadas fuerzas locales de una izquierda y un nacionalismo valenciano que parecen instalados en una dinámica de mera supervivencia política. Los motivos de que podamos convertirnos en una realidad electoral similar a la murciana son muchos, pero algunos de ellos son responsabilidad exclusiva y directa de las fuerzas que dicen aspirar a desbancar al PP del poder en la Comunidad Valenciana.

Article publicat a Valencia Plaza el 23 de febrer de 2011http://www.valenciaplaza.es/ver/20467/Camino-Murcia.html