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10 de jul. 2014

Un país sin PP



Piden un lector y una lectora habituales de Comentaris Polítics que seamos más críticos con el PP. No es algo nuevo. Lo que llama la atención en este caso es que sus posiciones sean absolutamente inclementes en sus consecuencias. Y cabe añadir que un número creciente de comentarios en las redes sociales tienen este sentido. Para la salud de la democracia, tanto la política del PP como muchas de las críticas que se están articulando en su contra son fenómenos preocupantes.


¿Por qué no se ilegaliza al PP?

Sostiene el lector, persona de formación jurídica, que, de acuerdo con el artículo 10.2.a de la Ley de Partidos en vigor, la fiscalía pública debería proponer el enjuiciamiento del PP y su ilegalización. El artículo de la ley en cuestión afirma que “la disolución judicial de un partidos político será acordada por el órgano jurisdiccional competente … cuando incurra en supuestos tipificados como asociación ilícita en el Código Penal” y, según el artículo 155.1 del Código Penal son asociaciones ilícitas aquellas que tengan por objeto cometer algún delito o, después de constituidas, promuevan su comisión, así como las que tengan por objeto cometer o promover la comisión de faltas de forma organizada, coordinada y reiterada”.

19 de febr. 2013

PSOE, con respiración asistida


Con el PP desbordado por la corrupción. Con Rajoy deambulando en el mundo de simplezas ideológicas en el que habita. Con un Gobierno inepto, agotado y lacerante. Con la derecha social, económica, mediática e intelectual asaltando el Estado de Bienestar. Con las instituciones constitucionales en crisis (Casa Real, partidos, sindicatos, CEOE e Iglesia Católica incluidos) y los fundamentos básicos del sistema democrático puestos en cuestión. Con un sistema productivo desestructurado y todos los indicadores mostrando un aumento de las desigualdades sociales, el paro, el fraude fiscal, el empobrecimiento; mientras estamos a la cola del mundo desarrollado en educación, investigación o innovación productiva. Con una sociedad abatida y crecientemente resentida. Es especialmente preocupante la inanición del resto de partidos políticos y especialmente la ausencia de alternativa y la inoperancia del PSOE: el único partido que, a pesar de su decadencia e independientemente del poco o mucho entusiasmo que genere, todavía es capaz de estructurar un gobierno medianamente sólido, diferente y mejor al del PP. Imaginar a Cayo Lara o Rosa Díez presidiendo el Gobierno de España es una quimera o una pesadilla, según quien lo mire. Mientras tanto, la parálisis política de los partidos (grandes y pequeños) es radical. Sólo hay que recordar que las dos principales iniciativas políticas del último año, dejando a un lado lo que tiene su origen en el PP y su gobierno, provienen de la ciudadanía (moviendo contra los desahucios y proyecto independentista catalán) y no de los partidos, que están perdidos en la zozobra y parecen instrumentos oxidados para hacer frente a la crisis.

 
No hay oposición alternativa

La respuesta socialista a casi todas las medidas del Gobierno de Rajoy y a la corrupción que atenaza al PP ha evidenciado que sus elites decisivas del PSOE tienen serias limitaciones para la acción política. En términos generales, han seguido una lógica reactiva, a menudo invisible y, con frecuencia, contradictoria con lo hecho por el gobierno de Zapatero hace sólo un par de años. Este otoño, rozó el ridículo en la negociación con el PP de una solución a la crisis de los primeros suicidios por desahucios, de la que se desmarcó a última hora. En el caso Bárcenas, el aire de indeterminación ha sido mayúsculo: sin salirse nunca de las frases tópicas, haciendo seguidismo de las últimas noticias de la prensa o llevando a cabo una carrera por mostrar declaraciones de la renta que sólo alimentan la idea de que todos los políticos son iguales y desvían la atención del problema central.

20 de des. 2012

Freedom for Catalonia? (i 2)



A Espanya avança l’espanyolisme uniformista; a Catalunya la desafecció respecte Espanya. Tres moments, un procés històric. Hegemonia autonomista dels setanta i vuitanta. Federalisme en els noranta i principis de segle. I, ara, un independentisme creixent des de 2005. Del catalanisme difús i transversal a l’escissió entre unionistes i sobiranistes. Però la independència de Catalunya dependrà del que facen les elits polítiques, econòmiques, funcionarials i mediàtiques dominants a Espanya (Madrid). Mentrestant, la crisi continua esgarrant les estructures socials i modificant tots els escenaris coneguts. 

21 de nov. 2012

PP y PSOE sobre arenas movedizas



Alberto Fabra (PPcv) i Ximo Puig (PSPV-PSOE)
Hace algunos meses, un antiguo dirigente socialista valenciano, mostraba su estupor por el hecho de que el PSOE baje en las encuestas, a pesar del desastre de los gobiernos del PP en Madrid y Valencia. Lo que se ha evidenciado (con matices, en un caso importantes) en todas las convocatorias electorales desde noviembre de 2012 y repiten las encuestas es que cae el PP y se hunden los socialistas. Pero, ¿por qué? Aventuraremos una hipótesis explicativa de algunas dinámicas, siendo conscientes de que las variables en juego son muchas más y en cuestión de comportamientos electorales son tiempos de volatilidad, especialmente en eso que tradicionalmente se acostumbra a denominar la izquierda y, más aún, en el País Valenciano.

24 d’oct. 2012

Cuatro elecciones y una encuesta


Cuatro elecciones autonómicas desde que hace menos de un año tuvieran lugar las últimas elecciones generales (20 de noviembre de 2011). Una constante se repite: PP y PSOE pierden votos. Más de 1.100.000. En unos casos, de manera sangrante; en otros, de forma más discreta. Pero siempre pierden, especialmente el PP, casi 817.000.

Juego de suma cero

Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy Brey
Cada elección es un mundo. Es un tópico cierto. Jamás son iguales los resultados electorales en un mismo lugar, aunque la diferencia en la votación sea tan sólo de unas horas, las diferencia aumentan cuando el lugar no es el mismo. Eso hace complicado comparar elecciones de carácter distinto y en diversas comunidades políticas, identificar las constantes o elementos que se repiten, aunque no lo parezca, ver si marcan una tendencia y establecer una hipótesis explicativa de lo que ocurre y porqué. 

12 de jul. 2012

Rita no Tira (i altres comentaris)


Dia que passa, dia que la realitat espanyola empitjora. La crisi econòmica, institucional i política avancen en paral·lel. El major atac contra les classes mitjanes i treballadores des de la Dictadura. La major cessió de sobirania democràtica de la història. Els privilegiats reforçats. La dreta espanyola aplaudeix a les Corts Generals les mesures. La patronal demana encara més. La divisió alemanya d’Europa entre països bons (nord) i roïns (sud) ens empobreix sense solucionar els nostres mals endèmics. La incompetència del govern de Rajoy i la falta d’oposició estructurada ens duu a una situació dramàtica. La Comunitat Valenciana, lluny de diferenciar-se d’aquest panorama, l’exaspera.

Rita no tira

Darrerament, la premsa afí al PP ha publicat un seguit d’informacions sobre qui podria substituir Rita Barberá en el futur. El fet és sorprenent. Van haver eleccions fa poc més d’un any i el PP renovà la majoria absoluta. ¿Per què es parla de la substitució de Barberá?¿No havíem quedat que assegurava sempre la victòria del PP a València?

Mariano Rajoy, Rita Barberá i Francisco Camps
La realitat és que el mite d’una Rita Barberá imbatible a les urnes és això: un mite.

3 de maig 2012

¡España gibraltareña!


Pesadillas europeas (1)


Gibraltar vuelve a ser una prioridad en la política exterior española. Así lo anunció el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo (PP), en su comparencia ante la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados. “España y el Reino Unido deben recuperar el diálogo sobre la soberanía del Peñón”, y el proceso de Bruselas, iniciado en 1984 y suspendido en 2002, debe retomarse.

24 de gen. 2012

Seis problemas de los socialistas valencianos



El PSPV-PSOE sufre desde hace décadas una acumulación de problemas que se solapan, alimentan mutuamente y cuya manifestación formal son las 20 derrotas electorales que ha sufrido desde 1993. De hecho, los socialistas han retrocedido en casi todas las elecciones autonómicas en porcentaje de votos sobre censo electoral desde el 37,01% de 1983 al pobre 19,36% de 2011.

28 de nov. 2011

Doce claves de los resultados electorales del 20N

Las encuestas y tendencias de fondo anunciaban lo ocurrido. Tras el 20-N, el PP es el partido hegemónico y la oposición está más débil y fragmentada, especialmente en la Comunidad Valenciana.

Hundimiento y mayoría absoluta 
Con los votos del 20-N, el PP habría perdido las elecciones de 2004 y 2008. El mejor resultado del PP en su historia y la mayoría absoluta más contundente no tiene su origen en la mayor capacidad del PP para aumentar sus apoyos sociales. Se debe al hundimiento del PSOE y a la ruptura de la compleja coalición electoral que aglutinó Zapatero. La hegemonía política e ideológica del PP puede ir para largo; pero será por la precaria situación de la izquierda. Algo en lo que la Comunidad Valenciana es pionera. Fuera de esta fotografía, Cataluña, el País Vasco y, en parte, Navarra.

La desafección va por barrios

Aunque el fenómeno es anterior, desde que comenzó la crisis los índices de desafección política se han disparado. Sin embargo, no afecta por igual a los dos bloques electorales básicos. Entre los votantes conservadores predomina el voto de adhesión, con una carga crítica en las urnas escasa y sin apenas consecuencias. Desde 1996, el PP tiene una estabilidad de voto sobre censo electoral envidiable, situada en torno al 29,5% en España y al 38% en la Comunidad Valenciana, con oscilaciones que no superan los dos puntos cuando aumenta o pierde apoyos. Es, en la izquierda, donde la desafección tiene consecuencias electorales, lo que explica que el voto socialista en los momentos depresivos (2000 y 2011) descienda hasta el 20% (19,5%, en 2011) y sobrepase el 30% cuando la movilización es alta (32,2%, en 2008).

Pierde fuerza el bipartidismo
La suma de PP y PSOE desciende. En España, pasa del 84,7% de los votos (323 diputados) al 73,3% (296 diputados). En la Comunidad Valenciana, del 93,3% de los votos y los 33 diputados en 2008, al 80,9% (30 diputados) actual. Ahora bien, la caída del bipartidismo por la debacle socialista, no supone un multipartidismo equilibrado. Hemos pasado del bipartidismo a un sistema de partido hegemónico que concentra todo el poder. Se sale de la sartén para caer en las brasas.

A vueltas con la Ley Electoral
El crecimiento electoral de UPyD y de IU ha sido mayor en votos que en escaños. Los dos partidos han arremetido contra una Ley Electoral que los castiga y que en, su opinión, beneficia a los nacionalismos periféricos. Lo primero es cierto; lo segundo, no. Nuestro sistema electoral, con circunscripciones muy pequeñas, castiga a los pequeños partidos estatales, beneficia a las dos grandes formaciones estatales, especialmente al PP, y genera una representación bastante proporcional de las fuerzas periféricas.

Un ejemplo. Si el pasado 20-N hubiésemos votado en una única circunscripción y sin barreras electorales, como parecen defender estos partidos, el PP hubiera obtenido 156 diputados (30 menos de los conseguidos), el PSOE 101 (9 menos), IU 24 (13 más), UPyD 17 (12 más), CiU hubiera tenido uno menos, Amaiur dos menos, ERC, BNG y Compromís uno más cada uno, el resto igual y en el Congreso habría 9 partidos más, desde Equo hasta el Partido Pirata, pasando por Plataforma por Cataluña.

Exclusión electoral y voto de castigo
Considerando la totalidad de la Comunidad Valenciana, el voto a candidaturas que no han obtenido representación se reduce, con la entrada de EU, UPyD y Compromís, a un escaso 3,1%. Muy pocas personas han votado por opciones políticas que no han conseguido diputados. Sin embargo, analizando aisladamente las provincias de Alicante y Castellón, las cifras de voto sin representación son muy altas: superiores al 17,5%. Si, en vez de votar en cada provincia lo hubiéramos hecho en una única circunscripción autonómica, la exclusión electoral se habría reducido al mínimo, aunque el PP tendría dos diputados menos, el PSOE uno, y EU, UPyD y Compromís habrían conseguido dos diputados respectivamente.

La abstención al Congreso ha aumentado en más de tres puntos, del 21,2% al 24,5% respecto a 2008. Con todo, el fenómeno más destacable se ha dado en la votación al Senado. Aquí la abstención ha sido más alta que en el Congreso, pasando del 21,2% de 2008 al 25,1%, y se ha multiplicado el número de votos nulos (de 0,7% al 3,9%) y en blanco (del 0,8% al 5%). Ha habido un elevado voto de castigo contra la inutilidad actual del Senado y la partitocracia debería darse por aludida.

Madrid y la Comunidad Valenciana, vidas electorales paralelas

El comportamiento de los principales partidos de Madrid y la Comunidad Valenciana presenta notables coincidencias en las últimas décadas. El 20-N también ha sido así. Cinco semejanzas. 1) La abstención y el porcentaje de votantes son similares. 2) El nivel de votos al PP y al PSOE es parejo, aunque ligeramente superior en la Comunidad Valenciana. 3) Son las únicas comunidades en las que UPyD consigue diputados. 4) El grado de retroceso relativo de PP sobre censo electoral (en Madrid del 1,7% y en la Comunidad Valenciana del 1,9%) y del PSOE (en Madrid del 37,6% y en la Comunidad Valenciana del 38,1%) es parecido. 5) Las mayores pérdidas de votos se producen en las ciudades de Madrid y Valencia. Coincidencias que probablemente señalan una alta vinculación del imaginario político valenciano con la dinámica madrileña y estatal.

Más (escaños) con menos (votos)

El PP no ha conseguido los 1.500.000 votos que se tenía como objetivo. Pero, como en las autonómicas, ha obtenido más escaños y ha reforzado su hegemonía política e ideológica aunque, paradójicamente, retrocede electoralmente: 27.000 votos menos. La pérdida de votos se concentra en la provincia de Valencia (27.500 votos menos) y, sobretodo, en la ciudad de Valencia. En Alicante y Castellón las cifras son similares a 2008. El enésimo hundimiento socialista, la ausencia de un discurso político alternativo que compita con el de los populares y la fragmentación de la oposición fortalece la posición dominante del PP.

¿Si estamos en la media no hay que asumir errores?

La pérdida de votantes del PSPV-PSOE es muy grave (38,1% sobre 2008: más de 430.000 votos), pero igual a la producida en el conjunto de España (38,2%) e inferior a la de Cataluña (45,5%), Asturias (43,9%), el País Vasco (41%) y otros lugares. En consecuencia, Alarte, su inocua ejecutiva y las familias que fagocitan el PSPV, con el lermismo como paralizador principal, hablarán de errores genéricos e inconcretos y de que los resultados son similares a los del resto del PSOE. Entenderán que el mal de muchos evita asumir los errores propios. De ese modo, tratarán de mantener la actual estructura del poder interno frente a las amenazas que la cuestionan. No en vano, los aparatos dominantes ya dicen de Romeu que fracasó en Silla, que ha vivido a la sombra de Ciscar y de Blanco y no tiene recorrido propio, y de Mata que es alguien demasiado frívolo e inconsistente para asumir la secretaria general del PSPV.

Crecer, pero menos
EU es la tercera fuerza. Un éxito. Como siempre que el PSPV cae, EU crece; sólo que, en esta ocasión, poco. Apenas si consigue uno de cada cinco votos que los socialistas pierden. Su espacio político sigue siendo subsidiario y subordinado al de los socialistas. Y ni su estructura organizativa, ni su presencia social y territorial, ni sus líderes, discurso y proyecto político parecen tener capacidad, por el momento, para condicionar e influir en la acción política de los gobiernos o capitalizar a la izquierda desencantada con el PSOE.

Multiplicando votos

 
UPyD ha sido el partido que mejor comportamiento electoral relativo ha tenido. Multiplica por 2,4 sus resultados en las pasadas autonómicas, por más de 4 los de las locales y por 7,5 los de las generales de 2008. Ha conseguido un escaño, el único de este partido españolista fuera de Madrid, y la Comunidad Valenciana es, con diferencia, el espacio donde UPyD tiene un aumento más espectacular de votos. Si estos resultados se hubieran dado en las autonómicas, tendrían grupo propio en las Corts Valencianes.

Dentro y fuera
 
También Compromís ha conseguido un éxito indudable. Por vez primera el nacionalismo progresista consigue un escaño en el Congreso. Un hecho histórico. Dos observaciones. Primera, respecto a las elecciones autonómicas pierde 51.000 votos y sobre las locales, 73.000. Segunda, con estos resultados no entraría en las Corts Valencianas, pues sólo ha obtenido el 4,8%. A pesar de sus avances en 2011, Compromís tiene por delante mucho trabajo si se quiere consolidar como fuerza política estable con representación parlamentaria y vocación de alternativa política.

¿Cuándo gobernará el Consell a pleno rendimiento?
Pasado el 20-N, sin oposición y con Alberto Fabra reforzado en su condición de president de la Generalitat, el Consell debería activar todos sus recursos para establecer una estrategia frente a la crisis. Sin embargo, seguiremos esperando. Ahora al gobierno de Rajoy que quizás se lleve a uno los mejores activos, el conseller Verdeguer. Y, después, al congreso del PP valenciano y la posterior remodelación del Consell. Mientras tanto, el Centro de Investigación Príncipe Felipe pierde más de 100 investigadores y 14 líneas de investigación por la reducción de la financiación del Gobierno Valenciano en casi 5 millones y la Generalitat asume la deuda generada por los organizadores de la Fórmula 1, cerca de 30 millones. Cuestión de prioridades. 

article publicat a VALENCIA PLAZA el 28 de novembre de 2011 http://www.valenciaplaza.com/ver/43469/doce-claves-para-entender-los-resultados-electorales.html
 

16 d’oct. 2011

17 escaños en un 'parque jurásico'

Hay un viejo chiste, que recoge Woody Allen en Annie Hall. Dos mujeres comiendo en un hotel de montaña, una de ellas dice: "La comida de este restaurante es horrible", a lo que la otra responde: "Sí, y las raciones son poco abundantes". Así es el Senado español. Una institución prescindible, donde los valencianos están poco representados. 

El Senado tiene su origen en el siglo XIX. Segunda asamblea parlamentaria, de carácter conservador y aristocrático, cuya función era frenar los "excesos" democratizadores del Congreso. La Constitución de 1978 lo define como cámara de representación territorial, pero limita sus competencias y funcionamiento a repetir el trabajo del Congreso de los Diputados. Una especie de parque jurásico institucional, un recuerdo decimonónico.

Hay 264 senadores. 208 elegidos en las elecciones generales y 56 por los parlamentos autonómicos. La representación valenciana se limita a 17; aunque, por población, deberían ser 29. Volviendo al chiste, nuestra ración de Senado es escasa. Los valencianos eligen cuatro senadores en cada provincia por el sistema de listas abiertas, sin que ningún partido pueda presentar más de tres candidatos. Mientras que los otros cinco son designados por las Corts Valencianes. En la última legislatura, el PP tenía 12 senadores (tres electos en cada una de las provincias y otros tres por las Corts) y el PSOE cinco (uno por cada provincia y dos por las Corts). Como ha habido cuatro renuncias, los políticos que han ocupado los escaños valencianos han sido 21.

Ex, segundas filas y sagas familiares

La mayor parte de los senadores tienen la categoría de ex o son cuadros secundarios de sus partidos para los que el Senado constituye un lugar institucionalmente relevante, políticamente poco exigente y bien remunerado. Entre los valencianos, durante la última legislatura, 12 tenían la categoría de ex. Expresidentes de la Generalitat (Joan Lerma, PSOE), del PP valenciano (Pedro Agramunt), de las Corts Valencianes (Julio de España, PP) o de UV (José María Chiquillo, PP), exministras (Carmen Alborch, PSOE), exconsellers (Gerardo Camps, PP), exalcaldes (Pascual Azorín de Elda, PSOE; Miguel Ortiz de Altea, PP; Gustavo Ferrada de Burriana, PP, y Andrés Perelló de Buñol, PSOE), exdirigentes de UCD (Juan Antonio Rodríguez, PP) e, incluso, una exjudoca (Miriam Blasco, PP).

Además, dos alcaldes (María Ángeles Crespo de Carlet, PP, y José María Ángel de L'Eliana, PSOE), tres personas leales a Carlos Fabra (el juez Manuel Altava, el agente de la propiedad inmobiliaria Juan José Ortiz y la concejala de L'Alcora Araceli Peris, PP) y Juan Bautista Cardona, cuadro del PSOE castellonense.

Atención especial merece la presencia de dos de las sagas políticas de Benidorm. Los Barceló y los Pajín. Miguel Barceló, suegro de Eduardo Zaplana, renunció al acta de senador en octubre de 2008, después de 22 años, y fue reemplazado por Agustín Almodóbar Barceló, dirigente de Nuevas Generaciones, su nieto e hijo de la diputada en las Corts Valencianes, Ángeles Barceló.

Leire Pajín es hija del dirigente del socialismo alicantino, José María Pajín, y de la exconcejala de Benidorm, Maite Iraola. Se convirtió en senadora después de un largo proceso. Elegida diputada en marzo de 2008; renuncia, un mes después, al ser nombrada secretaria de estado. En julio de 2008, es elegida secretaria de Organización del PSOE, dimite como secretaría de estado e intenta recuperar la condición de aforada, ahora como senadora de designación territorial. En mayo de 2009, Andrés Perelló cesa como senador elegido por las Corts para ser eurodiputado y el PSPV propone que Pajín ocupe su escaño. El PP dificulta su elección hasta noviembre de ese año. En junio de 2011, tras las Elecciones Autonómicas, cesa como senadora y es substituida por José María Ángel, el mismo día que Gerardo Camps reemplazaba a Juan Antonio Rodríguez.

Tras el 20-N, más ex y nuevos dirigentes secundarios

Si no hay cambios de última hora en las listas y en las encuestas, habrá siete cambios con respecto a los 17 senadores que acabaron la pasada legislatura. En el PP, Miriam Blasco pasa al Congreso y su lugar es ocupado por la secretaria general del PP de Elda y concejala, Virginia Romero. También en Alicante, Miguel Campoy, expresidente de la Autoridad Portuaria, substituye a Miguel Ortiz. En Castellón, Vicente Aparicio, exalcalde de La Vall d'Uixò, ocupa el lugar de Juan José Ortiz, y en Valencia María Ángeles Crespo cede su puesto a Carla Ripoll, portavoz del Ayuntamiento de Gandia. En el PSOE, salen Pascual Azorín en Alicante y Juan Bautista Cardona en Castellón, y son substituidos por la exsubdelegada del Gobierno en Alicante, Encarna Llinares, y por el exalcalde de Onda, Enrique Navarro.

A falta de saber quien ocupará el escaño de Gerardo Camps, futuro diputado en el Congreso por Alicante, entre los 16 políticos valencianos que serán senadores la noche del próximo 20-N habrá diez ex responsables institucionales, y seis cuadros y dirigentes de significación comarcal o provincial en el PP y el PSOE.

Ni Irlanda, ni Alemania: Partitocracia

Volvamos al principio. El Senado, en su configuración actual, carece de sentido y los más de 55 millones de euros que cuesta anualmente tendrían mejor uso destinados a otra actividad. Las alternativas lógicas son dos. O se suprime o se reforma. O se sigue el camino que ha iniciado Irlanda o nos acercamos al modelo alemán.

Si se cumplen las previsiones del Gobierno de Irlanda, en 2012, los irlandeses votarán en referéndum la supresión o el mantenimiento de su Senado. De acuerdo con los sondeos, lo más probable es que sea abolido.

En Alemania, el Bundesrat, lo más parecido a nuestro Senado, está formado por 69 representantes de los 16 estados federales. Cada estado tiene un número de representantes proporcional a su población, que suelen ser miembros de sus gobiernos. La función del Bundesrat no es hacer una segunda lectura de lo que ya ha aprobado el Parlamento, sino analizar, aprobar o rechazar la legislación que pueda afectar a las competencias de los estados federados. El Bundesrat es un instrumento eficaz para la gobernación federal de Alemania sin generar grandes gastos ni instituciones redundantes.

En España, todos los partidos, en algún momento, han hablado de la necesidad de reformar el Senado para que sea realmente una cámara de representación territorial, acercándolo al modelo alemán. Pero las declaraciones nunca se han concretado en nada. En el fondo, nadie quiere su reforma. Los principales partidos estatales tienen alma centralista y no desean cámaras territoriales que consoliden formas de participación de las comunidades autónomas en la gobernación de España. Los partidos nacionalistas prefieren el diálogo singular de sus gobiernos autónomos con el poder central. Además, en su configuración actual, aunque caro e inútil, es un cómodo alimento para la partitocracia.

article publicat a Valencia Plaza el 16 d'octubre de 2011 http://www.valenciaplaza.com/ver/37220/17-esca%C3%B1os-en-un-parque-jur%C3%A1sico.html

2 d’oct. 2011

Recortes en el Estado del Bienestar vs clientelisme

Como Hamlet en su monólogo, el Consell parece paralizado ante un dilema al que no da respuesta: o pone fin a buena parte de lo que han sido sus políticas en los últimos años y desmantela tramas clientelares, o lleva a cabo una socialización asimétrica y no equitativa de la deuda. Las consecuencias son imprevisibles. En ambos casos.

La forma en la que las distintas administraciones afrontan las políticas de recortes es poco ejemplar y alimentan algunas de las visiones más pesimitas sobre la clase política. Afirmaciones contradictorias, anuncios y rectificaciones, argumentos oportunistas y mezquinos contra el adversario, demagogia contra los trabajadores públicos, sistemas de prioridades confusos y cambiantes, decisiones improvisadas. Y, sobre todo, la impresión de que cada Administración, en los distintos niveles de gobierno (ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y Gobierno central), aunque esté dirigida por un mismo partido, toma sus decisiones con una lógica propia, una intensidad distinta y unas prioridades diferentes. No existe una hoja de ruta común.

¿El debate político al margen de la realidad?

Se toman las decisiones de manera reactiva, obligados por la necesidad, pero ni en la Comunidad Valenciana ni en España, nadie, ningún partido ni institución política, ha hecho un análisis detallado y público de la realidad. Nadie ha hecho una evaluación profunda de todas las áreas de gasto y ha propuesto su racionalización y una priorización ordenada de lo que se debe recortar de forma definitiva o transitoria. Lejos del debate político que sería necesario, los principales partidos siguen funcionando con la inercia de unas formas convencionales y poco constructivas de confrontación política, aunque no se correspondan con la gravedad de la situación social y económica de nuestro país en estos momentos. Ritos del pasado.

Esta semana, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba se han prodigado en promesas a pensionistas y funcionarios y sus partidos han competido en acusaciones al rival sobre quien desmantela con más intensidad el Estado del Bienestar. Y, mientras ocurría esto, en Europa, Jean Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, afirmaba que no duda que "la formación política que dirigirá España dentro de unas semanas continuará los esfuerzos de consolidación en marcha".

En otras palabras, gobierne quien gobierne, y prometa lo que prometa en la campaña electoral, deberá aplicar la receta europea para combatir la crisis: recortes y austeridad. Paradójicamente, aunque el marco general de nuestra política lo marca Europa, ningún partido discute políticamente el sentido y la bondad de las decisiones europeas. Es más, ni tan siquiera hay debate sobre las estrategias para la aplicación, sin discutir, de las recomendaciones europeas.

Del mismo modo, en la Comunidad Valenciana, el tiempo pasa y cada vez es más desesperante la falta de decisión del Consell. Alberto Fabra fue saludado como un soplo de aire nuevo después de unos años políticamente agónicos, pero hasta el momento sólo parece querer ganar tiempo y hacerse fuerte. Para ello, explota su principal capital político: la debilidad de la oposición y que, con su llegada, el PP valenciano ha salido del desgaste y la deriva personalista de Camps. Su oferta de diálogo con la oposición es genérica en todos los aspectos propuestos y está más cerca de ser un juego de distracción que una iniciativa hecha para llegar a acuerdos. Entre tanto, se sigue sin saber cómo plasmará su gobierno en medidas concretas las cada vez más numerosas (y contradictorias) declaraciones de sus consellers. Más ruido que nueces.

Tampoco la oposición reacciona. Jorge Alarte, privado del recurso fácil y de nulo rendimiento electoral del caso Gürtel, recurre al argumentario oficial de su partido sobre los recortes al Estado del Bienestar del PP, pero ni encuentra el tono de expresión adecuado ni crece como líder de una alternativa política. Morera y Sanz se acomodan en una oposición de recorrido secundario y sin aspiraciones a tener responsabilidades de gobierno.

Sin explicación ni sistema de prioridades

En un ambiente social dominado por la preocupación y el miedo a que lo que pueda venir sea peor que lo que estamos viviendo, se echa en falta que nuestros responsables políticos expliquen porqué hacen lo que hacen. Porqué se toman unas medidas y se ignoran otras. Porqué, por ejemplo, en estos momentos, Lola Johnson anuncia que se mantendrá la Fórmula 1, o porqué los altos cargos de la Generalitat no se han reducido en las cifras anunciadas y muchos de ellos cobran bastante más que el president de la Generalitat, mientras no se puede pagar a los proveedores. El recurso al eslogan y a los lugares comunes ya no vale. Hace falta altura política, capacidad pedagógica, transparencia y explicación clara de lo que se hace y su porqué.

En todos los partidos y niveles de gobierno de España, se dice que no tocarán los servicios sociales básicos (pensiones, dependencia, educación y sanidad) y que antes se recortará en otras cosas. Gastos superfluos, infraestructuras, eventos... Pero los servicios públicos básicos ya se han visto afectados por las primeras medidas y lo serán aún más si los recortes se multiplican. Sólo hay que ver lo hecho en el último año por Zapatero, Esperanza Aguirre o Artur Mas, por poner sólo unos ejemplos. Lo cierto es que no existe un programa general que ordene qué recortes son los primeros y cuáles deben ser evitados a toda costa. Y tampoco nadie ha considerado que para reducir la deuda, además de controlar el gasto, se deben aumentar los ingresos y que es urgente una reforma que haga más equitativo nuestro sistema fiscal o perseguir el fraude.

Debilitar el clientelismo o socializar de manera asimétrica y no equitativa el pago de la deuda

Aún más, de momento, en las comunidades autónomas, la lógica de comportamiento que parece dominar es que, donde el partido en el gobierno es el mismo de los últimos años, los intereses del partido frenan las decisiones más ambiciosas del gobierno. Por el contrario, donde un partido acaba de llegar al poder, no le tiembla la mano para desmantelar empresas, instituciones y todo lo considere innecesario.

Eso explica que el PP actúe de manera diferente en Castilla-La Mancha, Baleares y la Comunidad Valenciana. O que el conseller José Manuel Vela diga que tiene que convencer, aunque no será fácil, a los políticos del PP de la necesidad de dejar de financiar tantos grandes eventos y proyectos de dudosa rentabilidad. Vela, sin duda, es un buen conocedor de la situación de las arcas de la Generalitat, fue alto cargo del Consell y corresponsable en los años de alegría en el gasto y endeudamiento fácil. Sabe porqué estamos como estamos y ahora vive las dificultades para encontrar ingresos y pagar las facturas. Quizás por eso es consciente de que decisiones coherentes y drásticas para recortar el gasto afectarían negativamente a los intereses y las clientelas que alimentan al PP valenciano. Algo que también teme Fabra.

Pero más pronto que tarde habrá que actuar y responder al dilema de cómo reducir la deuda. No hay muchas alternativas. O se establecen unos criterios claros y socialmente equitativos sobre el orden de prioridades para reducir el gasto y aumentar los ingresos, aunque eso implique romper redes clientelares o se socializa la reducción de la deuda entre los sectores social o políticamente más frágiles. Las dos opciones tienen costes políticos, pero no tienen el mismo coste social.

Dicho de otro modo, es necesario saber si el Consell optará, cuando algún día tome medidas de calado, por replantearse -radicalmente y sin que le tiemble la mano- RTVV, la Fórmula 1, los eventos, los edificios caros y poco rentables, las infraestructuras e instalaciones social y económicamente deficitarias, las fundaciones y las empresas públicas de utilidad discutible, los centenares de asesores políticos, los sueldos millonarios de directivos amigos y todos los privilegios asociados a los cargos públicos (teléfonos móviles, coches oficiales, comidas, dietas, viajes y demás prebendas).

O, por el contrario, sus prioridades se orientarán hacia lo más fácil: socializar la deuda. Reducir el sueldo y el número de funcionarios (médicos, profesores, policías, trabajadores en oficinas oficiales, bomberos), retrasar los pagos a las empresas suministradoras de bienes a la Administración pública, y recortar los servicios públicos de Bienestar, reforzando indirecta o directamente a los privados.

¿Qué más tiene que pasar en la Comunidad Valenciana para que el Consell (y la oposición) entiendan que no se puede seguir perdiendo tiempo? Hay que dejar de responder a esta crisis con lógicas del pasado porque la realidad está cambiando y las ideas, instituciones, políticas, sistemas de intereses y formas de actuación que hasta ahora han funcionado están también en crisis. Todos, Gobierno y oposición, parecen ignorar que nadie ha vivido una situación como ésta. Cuanto más tiempo perdamos y más nos condicionen los intereses partidistas y las ideas del pasado más tardaremos en salir de la crisis y peor lo haremos.

18 de set. 2011

Rita Barberá, más allá del tango

Desde que en 1840 se pusieran las bases de los ayuntamientos contemporáneos, sólo cuatro alcaldes han gobernado Valencia más de cuatro años. En el franquismo, Adolfo Rincón de Arellano (1958-1969) y Miguel Ramón Izquierdo (1973-1979). En democracia, Ricard Pérez Casado (1979-1989). Nadie, como Rita Barberá, lo ha hecho durante veinte años y dando la impresión de ser inmune al desgaste político. Tres factores explicarían su éxito: la fortaleza electoral, la proyección de la ciudad, y la ausencia de oposición significativa.

Fortaleza electoral

Rita Barberá se convirtió en alcaldesa en 1991, con el apoyo de UV y teniendo su partido sólo el 27,5% de los votos. Sin embargo, en las elecciones posteriores, el PP ha conseguido mayorías absolutas, con más del 50% de los votos en las cuatro últimas.

Partiendo de este hecho, se afirma que Barberá es un valor electoral indiscutible de su partido. La aseveración es cierta, pero debe ser ponderada. Lidera con eficacia y sin disensiones una amplia coalición social conservadora, se ha convertido en un icono más de la ciudad, es un ninot habitual en las fallas lo que supone una magnífica promoción de su imagen, es sin duda la figura política valenciana más reconocible dentro y fuera de la Comunidad Valenciana, y su campechanía le permite un contacto empático con muchos ciudadanos, aunque no la voten. Todo eso son activos electorales.

Ahora bien, a diferencia de políticos como José Bono -por poner un ejemplo paradigmático, no se puede afirmar que Barberá tenga un voto propio relevante. Bono, en sus tres últimas elecciones autonómicas (1995, 1999 y 2003), consiguió vincular a su persona entre 15.000 y 30.000 votantes que, el mismo día, votaban PP en las elecciones locales y PSOE en las autonómicas. Un hecho que le permitió vencer, ajustadamente, en 1995 por sólo 14.761 votos.

Barberá aglutina sin fisuras el voto de su partido, pero no parece haber conseguido nunca votos izquierdistas a su persona. Así, la cifra de votantes al PP en Valencia en las elecciones locales ha sido similar a la de las autonómicas del mismo día. Comparados los resultados sobre censo electoral, ha obtenido menos votos que el candidato  del PP a las autonómicas en tres ocasiones (1991, 1999 y 2007) y lo ha superado en otras tres (1995, 2003 y 2011). Las diferencias nunca han sido significativas.

Proyección de la ciudad

Dos ideas se han asentado bajo el mandato de Rita Barberá y apenas han sido cuestionadas en lo básico: Valencia está más bonita y la ciudad es un centro de atracción turística creciente. Ambas cosas son ciertas, con todas las salvedades que se quiera. El centro histórico y la Valencia decimonónica han mejorado su imagen, como el cauce del río o la línea de costa. Se ha difundido la marca Valencia. La ciudad ha mejorado sus infraestructuras. El Metro, el Paseo Marítimo, la ampliación del Puerto, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, las rondas, el AVE o el Palacio de Congresos son logros evidentes.

Se puede afirmar que las principales inversiones han sido por iniciativa y con recursos del Gobierno de España y de la Generalitat, pero eso no niega el tesón de Rita Barberá para acelerar la materialización, ni su habilidad para capitalizarlas y hacerlas suyas. Tampoco escapará a este destino el futuro Parque Central si alguna vez se hace realidad.

Se ha criticado que su modelo de gestión ha impulsado un crecimiento de la ciudad desestructurado, donde los intereses urbanísticos han tenido un peso excesivo. O que ha faltado un proyecto de futuro que potencie los sectores productivos más innovadores y el empleo cualificado, y también que ha habido desequilibrios importantes en las inversiones por barrios o que ha carecido de capacidad de diálogo en conflictos como el de El Cabanyal. Se la responsabiliza, además, de una deuda municipal creciente y descontrolada, que ya es de 890 millones de euros y supone un lastre para Valencia.

Con todo, muchas de estas críticas, siendo fundamentadas, han venido del ámbito académico o civil, y, cuando las ha utilizado la oposición, lo ha hecho de forma dispersa. De manera que el PP y Barberá no se han enfrentado a un contramodelo estructurado, estable en el tiempo y políticamente alternativo. La oposición siempre ha sido débil.

Ausencia de oposición

Los socialistas han presentado un candidato distinto en cada elección (Clementina Ródenas en 1991, Aurelio Martínez en 1995, Ana Noguera en 1999, Rafael Rubio en 2003, Carmen Alborch en 2007 y Joan Calabuig en 2011). No han consolidado líderes, equipos, discurso ni estrategia. A menudo, sus preocupaciones se han limitado a los asuntos internos del partido y a luchas por los sueldos de concejal o asesor. Barberá apenas se ha zafado en el día a día con ellos. Esa función la han protagonizado otros concejales populares. Ella se ha situado por encima de los problemas cotidianos del ayuntamiento, buscando ser identificada como la representante única y exclusiva de los intereses de Valencia.

Los socialistas, salvo contadas excepciones, han limitado su actuación política a una sucesión de denuncias de expedientes administrativos concretos y a declaraciones públicas convencionales. En todos estos años, no han estructurado un proyecto de Valencia diferente al que Rita Barberá representa. Todo el esfuerzo realizado, cuando ha existido, ha sido baldío y frustrante hasta ahora.

Respecto a los pequeños partidos, UV fue un socio molesto entre 1991 y 1995 con Vicente González Lizondo, luego acabó fagocitada por los populares. EU ha acostumbrado a realizar una oposición ideologizada, dirigida a sectores izquierdistas de la sociedad, pero de vocación minoritaria. Está por ver si Compromís, a pesar de su escasa militancia y poca presencia en la sociedad civil, será capaz de dinamizar a la oposición o reproducirá lo hecho por las otras fuerzas de izquierda durante dos décadas.

¿Final de etapa, rebelión o llamada de atención?

El 13 de septiembre, José Antonio Monago, presidente de Extremadura, ironizaba sobre la creación de una 'Secretaría del Amor' en el PP, comentando las declaraciones de Barberá sobre la falta de atención de Génova a Camps y al PPCV. ¿Cómo es posible que una persona que acaba de llegar a un cargo institucional de relevancia estatal ironice sobre Rita Barberá, promotora y cofundadora de AP en 1976, diputada de las Corts Valencianes desde 1983, alcaldesa de Valencia durante 20 años, presidenta de la Federación Española de Municipios y Provincias entre 1995 y 2003, y miembro del Comité Nacional del PP desde 1983 de manera ininterrumpida, además de referente del PP en toda España?

La impertinencia de Monago hubiese sido impensable hace un tiempo y, en lo esencial, pone de manifiesto que el PPCV ha perdido prestigio, poder e influencia en el PP español. Por tres razones. En primer lugar, porque, desde el congreso de Valencia, en 2008, en el que el PPCV fue decisivo para evitar la caída de Mariano Rajoy, las encuestas no han dejado de ser favorables al PP y eso ha permitido a Rajoy controlar su partido sin necesidad de apoyos específicos. Pero también, porque el caso Gürtel y las mentiras y contradicciones de Camps han afectado negativamente a la imagen de la Comunidad Valenciana y del PPCV en el conjunto de España, dentro y fuera de su partido. Y, finalmente, a consecuencia de que el valor electoral de la Comunidad Valenciana ha disminuido en términos relativos. El PP puede aumentar el número de votos y ganar algún diputado más aquí; pero el beneficio será proporcionalmente menor al que se espera obtener en Andalucía, Castilla-La Mancha, Aragón o Cataluña.

Los motivos de la inaudita queja de Barberá contra Génova son difíciles de entender. Hay algo de rebelión primaria en defensa de Camps y de quienes en el PP de la provincia de Valencia no simpatizan con los modos de Alfonso Rus. Quizás una primera muestra de cansancio por tanto tiempo en el ayuntamiento y el deseo de orientar el final de su carrera política hacia una responsabilidad en Madrid.

En cualquier caso, se ha hecho oír por Fabra y Rajoy. Ha sido un modo de conseguir atención política y pedir un trato de favor. Vienen años que estarán dominados por recortes impopulares. El Ayuntamiento de Valencia tiene una deuda demasiado elevada y deberá reducir gastos y servicios. No será posible, como hasta ahora, echar la culpa al Gobierno central de los errores propios.

Quienes están al frente de los ayuntamientos lo tendrán más difícil por ser las instituciones con peor sistema de financiación, tener deudas excesivas y ser las de mayor proximidad con una ciudadanía cada vez más cansada, más irritada y más imprevisible. Barberá no podrá escapar a las dificultades si la crisis arrecia, por mucho que, durante veinte años, no haya sufrido apenas desgaste electoral y haya carecido de una oposición política sólida. Históricamente, las crisis profundas, y ésta lo es, acaban arrasando mucho de lo que parece más inamovible y estable. 

article publicat a Valencia Plaza el 18 de setembre de 2011 http://www.valenciaplaza.com/ver/32480/-Rita-Barber%C3%A1--m%C3%A1s-all%C3%A1-del-tango-.html

11 de set. 2011

Candidato (Rubalcaba) contra Partido (PP)

Faltan 70 días para las elecciones generales. Primeros escarceos significativos de la campaña electoral. Aprobada con más pena que gloria la reforma constitucional, la directora de campaña del PSOE, Elena Valenciano, se apresura a afirmar que los socialistas la han pactado con el PP por sentido de la responsabilidad, pero que ese es el único punto en común con los populares. En el resto de materias, divergencia absoluta. Escenificada la ruptura con los sindicatos en Rodiezmo, Rubalcaba trata de aproximarse al difuso universo del 15-M y necesita desmarcarse del PP y, paradójicamente, de Zapatero

El mismo día, Esteban González Pons, vicesecretario de Comunicación del PP, en unas declaraciones un tanto frívolas afirmaba que el Partido Popular generaría tres millones y medio de puestos de trabajo en los próximos cuatro años. La aseveración era desmentida por otros dirigentes populares y desconcertaba a un PP empeñado desde hace meses en una larga estrategia de desgaste al Gobierno y al PSOE, sin concretar políticas futuras.

Ruido de campaña. Ni el desencuentro entre el PP y el PSOE es tan grande, ni el PP va a crear más de 73.000 puestos de trabajo cada mes en los próximos años. Campaña atípica, con la amenaza de fondo de unos mercados convulsos.

Mapa postelectoral del Congreso de los Diputados

Después de la victoria del PP en las elecciones de mayo, los interrogantes a despejar el próximo 20-N son tres. La magnitud del triunfo del PP, el grado de retroceso del PSOE y el peso del bipartidismo.

Se acostumbra a afirmar que el partido que gana las elecciones locales, vence las siguientes generales. No siempre es así. La correlación entre los resultados de PP y PSOE en las dos elecciones es de otra índole. Desde 1995, cuando se consolida el actual ciclo electoral, el PP obtiene entre un 4% y un 5% más de votos en las generales que en las locales inmediatamente anteriores. El incremento del PSOE es mayor, entre un 7% y un 9%. De repetirse esta lógica el próximo 20-N, el PP conseguiría en torno al 43% de los votos y el PSOE alrededor del 36%. El Partido Popular se situaría al borde de la mayoría absoluta y superaría al PSOE en 30 ó 40 diputados.

Hubo una excepción; las generales del 2000. El PSOE ganó las elecciones locales de 1999 superando al PP en un 0,26% de los votos y, sin embargo, en las generales de un año después no mejoró su porcentaje de votos, mientras el PP aumentaba el suyo en más de diez puntos. Ese resultado condujo a la primera y única mayoría absoluta del PP, con 58 diputados más que el PSOE. Si ahora se diese una situación parecida, el PSOE no sobrepasaría el 30% de los votos y el PP conseguiría más del 45%, obteniendo una mayoría absoluta clara y superando a los socialistas en más de 60 diputados.

En otro orden de cosas, los sondeos de opinión apuntan a una reducción del voto y la representación de PP y PSOE sumados. En 1996, estos dos partidos contaban con 297 diputados, habían recibido el 77,2% de los votos y eran el 85% del Congreso; IU tenía 21 diputados (6% de la cámara, con el 10,6% de los votos) y era el único partido de ámbito estatal al margen de PP y PSOE; mientras, los partidos regionalistas y nacionalistas periféricos obtenían un 11% de los votos y el 9% de representación parlamentaria (32 diputados). Desde entonces, el peso del bipartidismo no ha dejado de crecer en cada elección, sumando PP y PSOE, en 2008, 323 diputados, el 92% de la cámara, con el 86,7% de los votos. Los terceros partidos estatales (IU y UPyD) sólo tenían un 1% de los diputados (3) y el 5% de los votos. Los otros 24 diputados eran de partidos no estatales, con el 7,5% de los votos y el 7% del Congreso.

Vistas las últimas elecciones locales, la suma de diputados de los dos grandes partidos después del 20-N, probablemente se reducirá por debajo de 310 y los pequeños partidos aumentarán su representación. Ahora bien, los pequeños partidos de ámbito estatal (IU y UPyD) difícilmente incrementarán demasiado su representación. Los principales beneficiarios del retroceso del bipartidismo serán los pequeños partidos de ámbito no estatal y, más específicamente, CiU, Bildu-Aralar, Foro Asturias y, quizás, Compromís. Aunque todo depende del grado de polarización de la campaña entre Rubalcaba y el PP.

Sin PSOE y con poco Rajoy

Pero, más allá de los posibles cambios en el mapa del Congreso de los Diputados tras el 20-N, en esta campaña se da el hecho singular de un candidato (Rubalcaba) que trata de ocultar a su partido, y un partido (PP) que apenas expone a su candidato. Rubalcaba sería la principal fortaleza de un debilitado PSOE y Rajoy la mayor debilidad de un PP fortalecido.

En consecuencia, la estrategia socialista consiste en acumular propuestas y personalizar al máximo la campaña con la esperanza de que pueda llegar a convertirse en un pulso entre Rubalcaba y Rajoy. Creen que de ese modo podría tener éxito el discurso de que el primero es más solvente y tiene un programa repleto de propuestas, y el segundo es peor gestor y no explica lo que quiere hacer. El PSOE desea una elección personal y concreta: de un lado, Rubalcaba y sus propuestas; de otro, Rajoy y sus generalidades.

El PP, por el contrario, actúa como un actor colectivo y resalta la necesidad de un cambio taumatúrgico que ponga fin al Gobierno actual. Conscientes de que la valoración general de Rajoy es bastante inferior a la de Rubalcaba, el protagonismo de su candidato es sólo ligeramente superior al del resto de voces del PP e insisten en el valor colectivo del PP, partido al que en los sondeos se atribuye una mayor capacidad para la gestión económica. Por eso se evitan las concreciones programáticas. Los populares quieren una elección entre dos imágenes genéricas: el partido en el Gobierno, culpable de la evolución de la crisis, o el partido que gestiona bien la economía y sacará a España de la negativa situación actual.

¿Quién tiene más posibilidades de hacer valer su estrategia? Sin duda, el PP. La crisis ha maltrecho la imagen del PSOE, ha roto sus alianzas sociales y ha destrozado su discurso. Pero, además, en las elecciones generales españolas desde 1977, el tándem partido fuerte y candidato relativamente débil es siempre más importante que el de partido débil y candidato fuerte. La sobreexposición mediática y la concentración de poder en manos de los líderes tiende a presentarlos como seres situados muy por encima de la fortaleza de sus partidos.

Pero sin partido, sin redes de personas distribuidas por todo el territorio y ámbitos de la sociedad civil, sin equipos capaces y flexibles, sin relato y sin una buena organización y objetivos claros, es imposible ganar unas elecciones generales. En España no ha ocurrido nunca desde 1977. Y, en estos momentos, el PP es un partido más numeroso, con equipos más integrados, con más poder institucional, con mejor relato y con mayor capacidad operativa que el PSOE.

El espacio político valenciano

Ecos periféricos en la Comunidad Valenciana de la campaña. Los partidos fijan sus metas electorales y preparan las listas. El PP quiere conseguir más de un millón y medio de votos y algún diputado más. Objetivos posibles, sobre todo el primero. El PSOE se conformaría con estar cerca del millón de votos y no perder escaños. Algo nada fácil, sobre todo lo segundo. Compromís y EU aspiran a un escaño por Valencia. Un propósito factible, sobre todo para Compromís. Juegan en contra dos factores; la pobre movilización de esta formación en las elecciones generales y su escasa actividad política pública desde su éxito relativo en las elecciones locales y autonómicas de mayo.

Los dos grandes partidos elaboran listas con lógicas internas. Saben que los ciudadanos votamos a un partido y no a unos diputados concretos. En el PP, Rita Barberá planta cara a Rus y parece pugnar por ser cabeza de cartel. La capital contra la ruralía. En el mortecino PSOE, en cuyas listas proliferan los jefes de los grupúsculos internos, la candidata por Valencia y secretaria general del Ministerio de Fomento, Inmaculada Rodríguez Piñero, desconcierta a Alarte al afirmar que España puede tener más de un eje ferroviario transeuropeo. Algo cierto, pero que se desvía de la cuestión esencial. Lo importante ahora es saber cuál de los dos será prioritario para la UE y, por lo tanto, tendrá apoyo financiero europeo inmediato.

El PP y el PSOE valencianos siguen sin ofrecer resistencia a llevar en sus listas a personas que nada tienen que ver con la Comunidad Valenciana. El PSOE substituye en esa función a María Teresa Fernández de la Vega por Ángel Gabilondo y el PP mantiene a Federico Trillo y Nacho Uriarte. Nadie entiende que haya un problema de representación; pero la sociedad valenciana se merece otra cosa. 

4 de set. 2011

Esperando a Fabra

Después de las elecciones autonómicas, parecía que se iba a poner fin a la ausencia de gobierno de los últimos años. Sin embargo, en el último mes se ha detenido, de nuevo, el tiempo de las decisiones y las iniciativas políticas concretas. Ocurre en el Gobierno y, más aún, en la oposición. Camps es un recuerdo del pasado. Las propuestas de Vela y Verdeguer han pasado a un segundo plano después de haber concentrado la atención en el mes de julio y el resto de miembros del Consell son poco relevantes de momento. El nuevo presidente acapara toda la atención. De Fabra llegan buenas palabras y un discurso sensato. Sin solución de continuidad hemos pasado del mundo feliz de Camps a mostrar una realidad cada vez más cruda y cierta. Es un avance importante, aunque insuficiente. 
Berlín, Madrid, Valencia

Contrasta la relativa quietud de la política valenciana con las tensiones vividas en España y en Europa, donde en las últimas semanas se han tomado decisiones de consecuencias poco predecibles. Berlín (y París) evidenciaron, una vez más, que las instituciones europeas no tienen capacidad suficiente para hacer frente a la crisis y que ellos son el poder europeo real. Decidieron socorrer a la deuda soberana española, que durante unos días vivió al borde del desastre. España, país tutelado desde el 10 de mayo de 2010, está ahora semiintervenido.

En Madrid también ha sido un verano difícil y extraño. Por un lado, desde que a mediados de julio Alfredo Pérez Rubalcaba abandonó el Gobierno y se convirtió en candidato oficial del PSOE, Zapatero ha empezado a actuar como expresidente y quizás por eso se ha reunido discretamente en La Moncloa con Aznar para hablar de España, de Europa y de Rajoy. Por otro lado, como contrapartida al apoyo de Berlín para salvar a la deuda española, Zapatero impulsa una reforma substancial de la Constitución, mediante un procedimiento de urgencia que, independientemente de su contenido, está siendo aprobada con poco entusiasmo y un consenso preocupantemente inferior al de 1978.

Mientras tanto, en la periferia valenciana, la realidad financiera de la Generalitat es cada día que pasa un poco más difícil. Las malas noticias se multiplican. Hay problemas para pagar a los proveedores. La deuda de las fundaciones y organismos públicos aumenta. RTVV es una ruina. Lo que se paga por los intereses de la deuda no deja de crecer. Lo perdido por las reducciones de impuestos de la última década se echa en falta en estos momentos. El Consell tiene dificultades para conseguir crédito. Las facturas de los alegres años de Zaplana, Olivas y Camps vencen ahora y no hay dinero. Mal momento para ser conseller de Hacienda o de Economía.

Fuera de la Administración pública, la realidad no es mejor. La crisis está afectando con especial intensidad a la sociedad valenciana. Se ha llevado ya por delante a miles de empresas, tejido industrial, emprendedores e inversiones. Tenemos cerca de 600.000 parados, casi uno de cada cuatro trabajadores potenciales. Hemos perdido las principales entidades financieras valencianas (Bancaja y la CAM). Se ha reducido el nivel de riqueza general. El estallido de la burbuja urbanística ha generado miles de residencias vacías. El sistema productivo está desestructurado y carece de políticas públicas de la Generalitat que ayuden a reactivarlo. Además, no hay que olvidar que la crisis está en la base de un malestar social y político cada vez más intenso. El deterioro de unos servicios públicos del Estado del Bienestar empieza a debilitar su función de cohesión social, mientras las encuestas señalan un incremento de la desafección democrática y el populismo se abre paso.

Los recortes de Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana

El pasado 1 de septiembre el presidente Fabra habló de un futuro plan para reorganizar la Administración que generaría un ahorro anual de 400 millones de euros. Pero este plan, como otros que se han sugerido, está por concretar y habrá que esperar a que se conozcan los detalles. De momento, cabe recordar que la reducción de altos cargos del pasado mes de junio se anunció del 30% y luego fue inferior a lo publicitado: se quedó en el 21% en los miembros del Consell, un 17% en los altos cargos del gobierno y en el 20% en los asesores políticos.

En cualquier caso, lo que propone la Generalitat Valenciana no se parece todavía a las decisiones y debates en torno a la deuda autonómica de Cataluña y, sobre todo, de Castilla-La Mancha, las dos comunidades con las que compartimos el dudoso honor de ser los más endeudados con respecto al PIB regional, según los informes del Banco de España para el primer trimestre de 2011. La Comunidad Valenciana tiene una deuda de 17.895 millones, el 17,4% del PIB valenciano y un 130,5% del presupuesto de la Generalitat Valenciana para 2011. La deuda de Cataluña es de 34.323 millones, el 17,2% del PIB catalán y un 106,1% de su presupuesto para 2011. Mientras que Castilla-La Mancha tiene una deuda oficial de 6.106 millones (el nuevo Gobierno del PP la eleva a cifras de momento inconcretas entre los 7.000 y los 10.000 millones), el 16,9% del PIB castellano-manchego y un 70,9% de presupuesto regional para 2011.

En Castilla-La Mancha, Cospedal ha anunciado el plan de recortes más general y proporcionalmente más grande de todas las comunidades autónomas. Pretende conseguir un ahorro de 1.800 millones hasta diciembre de 2012. Cerca de 200 millones con cargo a los presupuestos de 2011 y el resto en los de 2012. Se pasaría de 8.600 millones de presupuesto en 2011 a unos 7.000 para el próximo año. Una recorte cercano al 20%. Según el plan anunciado, se aumentarán los ingresos de la Junta de Castilla-La Mancha en 100 millones de euros por venta de patrimonio, y habrá reducciones de 300 millones en gasto de personal, 400 en subvenciones a empresas, 250 en infraestructuras, 400 en sanidad o 150 para empresas agrícolas. Se suprimen 19 organismos públicos e instituciones como el defensor de pueblo autonómico. Se persigue, además, la reducción en un 40% del número de asesores políticos y habrá 500 liberados sindicales menos.

Si se hiciera algo parecido en la Comunidad Valenciana, aplicando los mismos porcentajes que en Castilla-La Mancha, el recorte con respecto a los presupuestos de 2011 tendría que ser cercano a los 2.750 millones, mientras si el cálculo se hiciese en función del peso de la deuda en el PIB valenciano, llegaría a superar los 4.500 millones en 2012. Cifras considerablemente superiores a las que de momento utiliza públicamente el Consell a falta de un plan global, detallado y concreto.

Se dice que María Dolores de Cospedal debía actuar rápidamente y con energía para marcar diferencias claras con el anterior gobierno, teniendo en cuenta que ha accedido a una institución gobernada por el PSOE durante décadas. Por eso, muchas de las medidas que ha tomado, además de reducir la deuda, debilitan las redes de favores del partido anteriormente en el gobierno. Puede que sea así, pero es una explicación insuficiente.

El tiempo no es igual para el presidente Fabra y para la Comunidad Valenciana

Alberto Fabra, en el mes y medio al frente de la Generalitat, ofrece la sensación de ser una persona con voluntad de gobernar sin el autoritarismo de su antecesor y de hacer frente a los problemas con una perspectiva nueva. Hay que desear que no sea una impresión equivocada. Salimos de la agotadora y, en demasiados aspectos, improductiva época de Camps, que en los últimos años sólo ha generado crispación, incapacidad para ver la realidad y tiempo perdido.

A diferencia de Cospedal, el presidente Fabra lleva menos semanas en el cargo, su equipo de gobierno fue nombrado por su antecesor y el partido gobernante es el mismo y tiene asentadas unas redes de favores sólidas. Son diferencias importantes con Castilla-La Mancha. Quizás por eso da la impresión de querer ganar tiempo hasta el 20 de noviembre y evitar, entre tanto, decisiones contundentes en el entramado de los organismos públicos que funcionan en paralelo a la Administración general de la Generalitat y que han generado el grueso de la deuda valenciana. De momento, se mueve con pies de plomo para no herir sensibilidades ni dentro ni fuera de su partido.

Quiere ganar aliados y hacerse fuerte. Luego podrá contar con equipos propios y definir sus objetivos de gobierno. Necesita tiempo. Por desgracia para él, ni las finanzas de la Generalitat, ni la realidad económica y social de la Comunidad Valenciana pueden concederle demasiado. No es momento de planes y proyectos genéricos que nunca se ejecutan, como en la etapa de Camps. Ahora hacen falta decisiones concretas, iniciativas bien definidas y voluntad de llevarlas adelante. Es necesario recuperar el tejido productivo y social valenciano. No se puede esperar más. Es tiempo de decisiones.

Article publicat a VALENCIA PLAZA el 4 de setembre de 2011. http://www.valenciaplaza.com/ver/31731/Esperando-a-Fabra.html

28 d’ag. 2011

Último verano con Zapatero

Agosto es mes de vacaciones. Incluso con la crisis. Aunque se viaje más cerca, menos días o no quede más remedio que quedarse en casa. No suele ser momento de grandes decisiones. Los políticos, como el resto de los ciudadanos, tienen algunas semanas de vacaciones. Este año no ha sido así. Al menos, para el presidente Zapatero.

A vueltas con los mercados

El mes comenzó con tormentas en los mercados. El mal acuerdo presupuestario del Congreso de los Estados Unidos, la rebaja de la calificación de la deuda de EE.UU. hecha por Standard & Poor's, los ataques a las deudas soberanas de España, Italia e, incluso, Francia, hundieron las bolsas del mundo occidental.

Zapatero tuvo que retrasar y reducir sus vacaciones, el resto de líderes europeos también. El Banco Central Europeo compró deuda italiana y española, la prima de riesgo española se redujo y, días después, el martes 16 de agosto, quienes dirigen Europa sin que los europeos les hayamos votado, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, se reúnen y acuerdan impulsar un gobierno económico de Europa, aumentar los impuestos del sector financiero y ordenar a todos los países de la zona euro que incorporen a sus respectivas constituciones, antes de un año, la obligación del equilibrio presupuestario y, consecuentemente, del control del déficit.

Reforma exprés de la Constitución

El mes se acaba con el anuncio de Rodríguez Zapatero, en el pleno extraordinario del Congreso del martes 23, sobre la necesidad de una reforma urgente e inmediata de la tantas veces intocable Constitución Española para cumplir con la obligación establecida por Merkel (y Sarkozy). Alemania lo ordena y nosotros, alumnos aplicados, corremos a abrazar el dogma neoliberal de déficit cero, sin debates y sin resistencias significativas, más allá de las críticas de la izquierda comunista y de los nacionalismos periféricos que temen que se reduzca, más todavía, la autonomía financiera de las comunidades autónomas.

Rajoy rompió el largo descanso estival para manifestar su entusiasmo ante esta reforma. Dos días y medio después, en la madrugada del 26 de agosto, PP y el PSOE llegan a un acuerdo que viene a decir que, en materia de déficit y de buena parte de la política económica, España hará lo que diga la Unión Europea; es decir, Alemania.

Sorprende, en cualquier caso, el apresuramiento del PP y el PSOE para llevar a cabo esta reforma impuesta desde fuera y la desgana o incapacidad demostrada durante años para modificar la Constitución de 1978 en sus aspectos más chirriantes (sucesión al trono, Senado o elementos de la estructura territorial del Estado). Poco ha importado, además, que una reforma tan precipitada devalúe la Constitución Española como marco legal estable no sujeto a vaivenes repentinos ni a ingerencias externas. Una alteración de aspectos importantes de la Carta Magna, como es el caso, no debería producirse sin una discusión extensa sobre su oportunidad y beneficios, tendría que buscar un consenso político amplio que fuese más allá de las dos principales formaciones de la partitocracia española, y necesitaría del refrendo popular. Si no es así, la Constitución y la democracia española pierden valor.

Visita del Papa

A mitad de mes, el mismo día que Merkel y Sarkozy se reunían en París, comenzaba en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud. El evento ha movilizado durante más de diez días a cientos de miles de jóvenes de todas partes del mundo y ha sido el mayor éxito del Vaticano en España en muchos años. La Jornada, además, ha constituido un cierto desaire para la Conferencia Episcopal Española y un nuevo golpe para un zapaterismo que, en el final de sus días, parece desbordado en todos los frentes y sin relato.

La mano del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Valera, se ha visto en detalles como el acto de los fundamentalistas kikos, fuera de programa, al día siguiente de que el Papa abandonara Madrid, o en el hecho de que el presidente y candidato del PP, Mariano Rajoy, fuera invitado a un breve encuentro con el Papa y no se hiciera lo mismo con Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato del PSOE.

Sin embargo, el discurso del Papa y la diplomacia vaticana han huido de las estrategias de la confrontación con el Gobierno Zapatero que protagonizó la Iglesia española en la anterior legislatura y que tanto contribuyeron a la movilización de una parte del voto izquierdista en las elecciones generales de 2008. Benedicto XVI fue elegido Papa en 2005, pasó dos años haciendo cambios en la estructura de poder del Vaticano y, desde 2008, junto con Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, el colaborador más directo del Papa, ha buscado disminuir el nivel de enfrentamiento con el Gobierno de España sin dejar de defender los intereses y posiciones de la Iglesia Católica.

Bertone visitó España en febrero de 2009 y abre personalmente, por encima y al margen de la Conferencia Episcopal Española, una vía de diálogo y entendimiento con el Gobierno de España. La Iglesia Católica evitaría la confrontación y el Gobierno no modificaría los acuerdos con la Santa Sede y moderaría sus iniciativas laicistas. Dos meses después, Federico Jiménez Losantos era despedido de la COPE. El Gobierno evitó cualquier alusión a una posible revisión de los acuerdos con el Vaticano, pero mantuvo parte de las iniciativas que podían generar conflictos con la Iglesia Católica.

La reforma de la regulación del aborto se presentó el mismo 2009. Los proyectos de futuras leyes de la Muerte Digna y, sobre todo, de Libertad Religiosa, seguían adelante con María Teresa Fernández de la Vega como principal valedora. Los estrategas socialistas que buscaban la movilización electoral favoreciendo la diferenciación en el ámbito de los valores entre la derecha y la izquierda, también recomendaban estas iniciativas. En mayo de 2010, Zapatero tuvo que modificar su política económica y social por imposición de Merkel (y Sarkozy). Luego, se hundió en las encuestas. En septiembre de 2010, Fernández de la Vega salía del Gobierno.

Ramón Jauregui, católico, y proscrito por el zapaterismo por haber discrepado públicamente de la política de la dirección del PSOE con la Iglesia Católica, ocupaba el Ministerio de la Presidencia de la mano de Rubalcaba. Once meses después, suavizada la Ley de la Muerte Digna y aparcada definitivamente la Ley de Libertad Religiosa, el Gobierno se vuelca económicamente en el éxito de la visita del Papa durante la Jornada Mundial de la Juventud. Imágenes finales del zapaterismo.

Últimos días del zapaterismo

Zapatero llegó a La Moncloa con la virtud esencial de no ser Aznar y con un programa de gobierno profundamente reformista que tenía seis ejes básicos: la construcción de la España plural, el cambio del modelo productivo, el reconocimiento de derechos civiles, la ampliación del Estado del Bienestar, la reforma constitucional, y la recuperación de valores republicanos, la memoria histórica y el avance hacia una sociedad laica.

El indefinido proyecto de la España plural murió la noche del 21 de enero de 2006 cuando Zapatero pactó con Artur Mas una versión del Estatuto de Cataluña al margen del PSC, a cambio del apoyo estable de CiU y de que Mas, y no Montilla, fuese el futuro presidente catalán. Nada fue como se pactó aquella noche, pero la España plural se diluyó en la aventura desproporcionada de estatuto catalán y las incoherencias socialistas.

El cambio de modelo productivo nunca se intentó, se dejó crecer la burbuja inmobiliaria y ni siquiera se modificó la Ley del Suelo del PP. El sueño del crecimiento económico y del enriquecimiento fácil se alargó hasta principios de 2008. El despertar ha sido muy duro y, en estos momentos, nadie sabe cuándo podremos superar la crisis, en qué condiciones lo haremos y con qué modelo productivo saldremos adelante.

La ampliación de derechos civiles tiene como componentes principales el reconocimiento del matrimonio homosexual y la Ley de Igualdad. Es, sin duda, el ámbito de las políticas públicas que más se identifica con la acción de gobierno de Zapatero.

La ampliación del Estado del Bienestar no se materializó en algo progresivo, igualitario y coherente en las materias clásicas de Seguridad Social, Sanidad o Educación. España apenas ha aumentado el porcentaje de PIB destinado a estas políticas, aunque se hayan incrementado las pensiones más bajas o impulsado reformas educativas y leyes para mejorar la salud de los ciudadanos. La escisión del sistema educativo español entre los centros públicos, los concertados y los privados ha continuado y no se han ampliado las prestaciones ni se ha mejorado significativamente la financiación y calidad de los servicios sanitarios públicos.

Si bien, hay que recordar que la ejecución de las políticas educativas y sanitarias son responsabilidad de las comunidades autónomas. La iniciativa principal de Zapatero para ampliar el Estado del Bienestar fue la Ley de Dependencia de 2006. Una propuesta importante y positiva, pero demasiado voluntarista en los plazos de ejecución e insuficientemente financiada, lo que está dificultando su aplicación efectiva por las comunidades autónomas.

La reforma constitucional nunca se intentó ni en lo referente al Senado, ni al mecanismo de sucesión de la monarquía, ni a ningún otro aspecto. La Ley de Memoria Histórica fue un paso adelante, pero siguió cerrando mal algunas heridas abiertas por la guerra civil y, especialmente, el mínimo respeto, por razones simplemente humanitarias, que merecen los muertos republicanos que todavía hoy se encuentran en fosas comunes y cunetas. Las iniciativas laicistas se han ido evaporando desde septiembre de 2010 y la Iglesia Católica acaba de hacer su mayor demostración de fuerza en décadas.

De hecho, tanto la iniciativa de la reforma constitucional actualmente en marcha como la financiación pública del viaje del máximo representante la Iglesia Católica, ponen de manifiesto el ocaso del zapaterismo y de una estrategia política que trató de asentarse en dos pilares. Primero, el establecimiento de una alianza estable con los dos principales sindicatos para fortalecer el flanco de una izquierda de tradición obrerista y socialdemócrata, hoy en decadencia, sin explicar nunca suficientemente las políticas sociales que se promovían, lo cual no deja de ser paradójico. Segundo, la movilización política en el ámbito de los valores, impulsando políticas cercanas a los movimientos de la nueva izquierda postmaterialista (ecologistas, feministas, gays y lesbianas) y provocando la contramovilización de los sectores más tradicionales de la Iglesia Católica y la derecha más ultramontana.

El primer pilar se rompió en mayo de 2010 a causa del cambio sin explicaciones de política económica y social realizado por Zapatero. El segundo, evidenció que estaba resquebrajado con las movilizaciones del 15-M y se ha venido abajo con la visita del Papa y la actuación de la Policía Nacional, el pasado 17 de agosto, durante la manifestación en protesta por la financiación pública de la iniciativa vaticana.

Inactividad e hiperactividad

Mientras el gobierno de Zapatero vive sus últimos días con pocos momentos de tranquilidad. Los otros dos personajes principales de la escena política española, Rajoy y Rubalcaba, han tenido veranos contrapuestos. El primero ha permanecido en una larga vacación pública desde finales del mes de julio, de la que sólo ha salido para saludar al Papa y aplaudir la reforma de la Constitución que ordena Alemania. El silencio de Rajoy es tan clamoroso que el semanario The Economist, en el reportaje que dedicaba a la política española el 6 de agosto, lo calificaba crudamente como "el hombre que no tiene nada que decir". 

El segundo, Rubalcaba, sin espacio propio, parece obligado a generar titulares y debates para captar la atención de los medios de comunicación bien sea a cuenta de la reforma de la ley electoral, del escaño 351, la supresión de las diputaciones, la elección de Elena Valenciano como número dos por Madrid o las escuelas infantiles de 0 a 3 años. Todo ello, mientras aparecen voces en el PSOE que critican la reforma constitucional emprendida y aumenta el ruido por las listas electorales socialistas. Mucho trabajo por delante para reconstruir el relato y la estrategia socialista, tras el final del zapaterismo.